Muñeco diabólico, el nacimiento de un mito

Tener a Don Mancini, el creador del Muñeco Diabólico o Chucky para los amigos, en la misma sala en la que se proyecta este clásico de finales de los ochenta es un lujo que yo tenía que vivir y disfrutar. El Festival Nocturna de este año nos ha regalado su presencia cuando el film cumple sus treinta años. Muchas cosas han pasado desde que el asesino Charles Lee Ray se coló en una juguetería perseguido por la policía y trasladó su alma a ese muñeco Good Guy, un deseo para el pobre Andy que no sabía a lo que se enfrentaba. Ha pasado mucho tiempo desde ese momento, horas y horas en las que el bueno de Chucky se ha enamorado y ha tenido un hijo más feo que Picio intentando que su legado psicópata no se fuera al garete.

Muñeco diabólico

¿Por qué ese muñeco diabólico y no otros se han convertido en mito? ¿Por qué solo Annabelle parece haberle hecho sombra en estos últimos años? La magia de este pecoso pelirrojo no está en su sonrisa Profidén ni en sus andares a lo robot armado con cuchillos rituales o reglas de maestra, sino en todo el mal que es capaz de ocasionar cuando el plástico cobra vida y sus ojos azules están inyectados en sangre. El director Tom Holland ya con el guión de Mancini supo muy bien guardarse ese secreto que solo fue sacado a la luz a mitad de la película dejándonos ver por fin su verdadero aspecto y oír un vocabulario poco apto para niños de seis años como Andy Barclay. Hasta ese momento solo habíamos sido testigos de sus macabras acciones siendo dueños de sus ojos y sus manos cuando se utilizaba la cámara en primera persona, algo poco usado hasta entonces, ahora una norma en la actualidad.

Miedo me da el remake que pretenden sacar sobre este personaje. Sabiendo los tiempos que corren seguramente la sangre será borrada para no escandalizar más de lo necesario y el muñeco tendrá un aspecto cercano al hijo cobardica de uno de los largometrajes de la famosa saga. Ningún niño tendrá la inocencia y el desparpajo de ese Andy del ochenta y ocho, tampoco habrá una madre tan valiente como esa Maggie capaz de enfrentarse a un violento vagabundo con tal de saber la verdad sobre la procedencia del juguete o ese inspector de policía que antes había sido un vampiro roba novias. Hasta los secundarios están de lujo adoptando papeles de cómicos que no se enteran de nada y que han pillado la pajita más corta para ser los próximos en caer bajo el acero de Chucky. Ya sé que los tiempos han cambiado pero hay revisiones que merecen no hacerse, es mejor dejar que algunos mitos no se ensucien y este es uno de esos casos. Nada puede mejorarlo y entonces ¿para qué? supongo que un cheque con muchos ceros habrán tenido la culpa de una idea que creo no va a salir nada bien.

Muñeco diabólico

En el original y verdadero Muñeco Diabólico, el suspense está bien medido y equilibrado, la violencia es mostrada en su justa medida y los efectos no cantan ya que en esa época el ordenador era un lujo al alcance de muy pocos. No hay ni rastro de CGI y triunfa este animatronic de la vieja escuela que era movido por varios profesionales. Esta también es la magia de la que disfruta un muñeco viviente que gracias al vudú transfiere su alma de un cuerpo a otro. Es por este tipo de cosas por las que toda una legión de seguidores y fans seguimos disfrutando con sus crímenes en la gran pantalla, por las que hoy en día no nos importa llenar salas y aplaudir hasta rabiar sus frases malsonantes y palabrotas que no pegan en boca de un ser tan pequeño ¡Bicho malo nunca muere!

Hasta aquí la sexta edición del Festival Nocturna, Muñeco diabólico es un brillante broche final a los clásicos que nos han visitado este año y una oportunidad no perdida de conversar aunque sea corriendo o en cola con la mente pensante que una vez se imaginó un mundo con un malvado Cabbage Patch sin corazón que usa herramientas de obrero como armas arrojadizas y que no se para ni ante el fuego ni ante unas balas disparadas con mala leche ¡Larga vida a Chucky! ¡Te queremos!

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