This must be the place, este debe ser el lugar en líneas generales

El cine es un proceso que cada cierto tiempo cumple unos ciclos en cada espectador, el mas común de todos, es ir pasando de película en película, con un anodino estado de pesadumbre, sin encontrar una cinta que nos emocione de forma alguna, por lo que nos vamos contentando con poco, con migajas, hasta que en un determinado momento, damos, casi de casualidad con una película que nos abre los ojos y nos saca de golpe, y nos recuerda por qué vemos películas y por qué disfrutamos de ellas.

This must be the place es una de esas películas, con no demasiada promoción, con mensajes erróneos en criticas redactadas sin haber visto la película y que equivocan y desconocen la temática de la misma, pero que alguna voz iluminada describe como una gran película, como una película de esas necesarias para ver, y así, casi de casualidad y manteniéndola demasiado tiempo en asuntos pendientes, es como me tope con esta maravilla.

This must be the place es una película costumbrista, al mas puro estilo británico, pero que se llena de color en los planos, de luminosidad, de acero y plástico incluso cuando la acción transcurre en un barrio de suburbios en Irlanda, todo ello bajo la dirección de Paolo sorrentino, al que particularmente he descubierto en esta cinta, y del cual esperaré con ansias su próximo trabajo, ya que si este es el nivel que puede ofrecer, se transformara en uno de esos nombres que añadiré a la lista particular que cada uno confecciona.

Mención aparte merecen los actores, todos los del elenco principal, desde la fantástica Frances McDormand, que aparece en un papel menor para semejante talla de actriz, culminado con Sean Penn cuya caracterización es lo mas llamativo para aquellos que han visto la película, y que si no fuera similar a la de una conocida estrella del pop, no sería un punto tan destacable.

This must be the place nos cuenta una historia dentro de al menos decenas de historias, aunque Sorrentino lo divide en dos etapas, la parte en que el protagonista asume que no esta en su sitio mientras observa a los que tiene a su alrededor y aun le hacen sentir mas fuera de lugar, la parte en que viaja en la búsqueda, la parte en la que se redime, y la parte en la que madura. No trata sobre la música pop, ni sobre una estrella del pop, nos cuenta como alguien se da cuenta que se equivocó de vida, y que todo aquello que debió haberle hecho feliz, solo le lleno de insatisfacción, la cual no se permite mostrar por amor a los que le rodean, y de como encuentra una forma de redimirse, una forma absurda y extraña, como la vida del personaje.

Es una alegoría a los lugares emocionales del ser humano, en qué lugar estás, en el que deberías estar, y dónde nos gustaría haber estado o llegar a estar, una reflexión en un lecho de música y colores, de paisajes y miradas, una reflexión sobre esos sentimientos que uno se guarda y no comparte, todo contado por una mirada inocente, alejada de la inocencia infantil, y mas cerca de aquella inocencia que da el no temer perder nada, el no sentir miedo a lo que se piensa, ni a lo que se siente, lo cual es un ejercicio de aceptación casi utópico.

Lo mejor: La composición de las escenas, los planos, los colores, la música, o mejor dicho, una combinación de todas estas cosas, sumadas al hilarante humor sencillo en los diálogos de Penn, que ejerce un papel de conciencia general encarnada en el patán clásico. Destacable sobre todo el que sostiene con David Byrne, ya que la película lleva el titulo de una de sus mas famosas canciones, y las bromas y guiños a esta y a su letra se repiten durante toda la película.

Lo peor: La caracterización de Sean Penn y los guiños a la figura de Robert Smith, que pueden llevar a confusión y sacar al espectador de lo que realmente esta sucediendo frente a él. También como punto negativo, el salto entre los dos núcleos de la historia puede resultar difícil.

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