Ohlalà! Festival de cine francófono de Barcelona (I): «En liberté!», «Le vent tourne» y «En guerre»


El Instituto Francés de Barcelona celebra la segunda edición del festival de cine francófono Ohlalà!, evento de una cautivadora y por momentos distraída pasión juvenil que abraza con orgullo su cultura sin miedo a caer en lo que desde una perspectiva extranjera podría ser reconocido como cliché –véase el propio nombre del festival–: hilo musical en el que suena Yann Tiersen, Alizée o versiones de La vie en rose, sena de picoteo –perdonen el meme– con queso francés en la jornada inaugural, un puesto de crepes a la entrada o un anuncio de Renfe promocionando una línea hacia París cuyo recorrido acaba con unos jóvenes tomando vino en Champ-de-Mars, recostados sobre el verde césped con vistas a una luminosa Torre Eiffel. Este anuncio de Renfe es Ohlalà!, el punto de conexión en el que el autóctono invita al foráneo a descubrir las amplias posibilidades –cinematográficas– que la cultura francófona tiene para ofrecerle.

En liberté! (***1/2)

La Comedia Francesa del Año es ya prácticamente un género en sí mismo: dentro de esta categoría podríamos identificar a En liberté! Pierre Salvadori escribe y dirige una cinta alocada cuya cadencia de gags, chistes, chanzas, chascarrillos, bromas, ocurrencias, agudezas y donaires es tan enérgica como, a la larga, desbordante –e incluso extenuante– para el espectador.

Un cuadrado amoroso cuyos enlaces están construidos en torno a las nociones de crimen, castigo y culpa servirá de catalizador para impulsar toda una serie de gags y situaciones con un tono humorístico voluble y dispar: desde la fina ironía y el comentario agudo al slapstick vodevilesco más burdo –no por ello menos genial–, pasando por lo absurdo y lo chanate –casi experimental, por ejemplo, en el tratamiento de un metalenguaje ficcional en el que son los propios personajes quienes ensayan con el humor–. De manera similar, aunque solo sea en el planteamiento, a lo que propuso Quiéreme si te atreves, En liberté! usa el tópico narrativo de l’amour fou como dispositivo estructurador de la comedia; lo hace, sin embargo, desde una actitud abiertamente naive, desprendiéndose del cinismo tóxico con el que jugaba la película de Yann Samuell.

A pesar de esta aparente inconsistencia en el tono y el equilibrio del humor, que parece apuntar en todas direcciones con una venda en los ojos, En liberté! encuentra paradójicamente su cohesión en la febril desmesura: el conjunto funciona como un reloj –que te da la hora a cada segundo en diferentes husos horarios–.

Le vent tourne (***)

Pauline (Mélanie Thierry) y Alex (Pierre Deladonchamps) viven lejos del mundanal ruido en una granja alpina donde consiguen sus recursos de manera autosuficiente. Con la intención de seguir apuntalando su independencia del sistema capitalista, solicitan la construcción de un aerogenerador que les sirva como fuente de energía propia, limpia y renovable.

El levantamiento del aerogenerador es, por supuesto, una no velada metáfora de la relación que mantienen Pauline y Alex («No querrás romper lo que hemos construido juntos», afirma –y confirma– él). Samuel (Nuno Lopes), el ingeniero a cargo de la obra, será también quien provocará que esa construcción se tambalee en su mismo proceso, al suscitar en Pauline unas inquietudes que derivarán en el replanteamiento de sus creencias. Samuel y Alex chocan desde el primer momento, convirtiéndose en representantes de dos actitudes polares y maniqueas: respectivamente, el realista cínico y el idealista sensible –y sensibilizado–. La confrontación ideológica que estos mantienen –capitalismo/anticapitalismo– resulta superficial, el intercambio dialéctico se sustenta sobre consignas manidas, eslóganes ya vaciados de contenido que parecerían extraídos de una discusión twittera promedio.

Entre estas dos posturas extremas y estáticas que reproducen los roles masculinos, se encuentra el personaje de Pauline, cuyo complejo proceso de transformación y toma de conciencia oscila en la traslación entre estos dos puntos tan categóricamente definidos.

Acompañaremos a Pauline, el eje de interés, el aerogenerador de Le vent tourne, en su transcurso de autodescubrimiento a través de este agradable y sensorial beatus ille alpino cuya bella fotografía y cuidada banda sonora consiguen convertir el rugir de la hormigonera en una experiencia ASMR.

En guerre (**1/2)

Abrir una película con una cita de Bertolt Brecht no puede ser más que una contundente declaración de intenciones: En guerre es, desde luego, una obra militante.

Vincent Lindon da vida a Eric Laurent, un mesiánico líder sindical que se deja la piel en la lucha por los derechos de unos trabajadores que se ven al borde del paro tras el inminente cierre de la fábrica donde trabajan. El esfuerzo interpretativo de Lindon es apabullante, proporcional al de su personaje: realmente irías a la guerra por –con– él. Los cuidados planos secuencia con que se ruedan algunas de las escenas clave de la película nos dan indicios de la dedicación puesta en ella y el tiempo invertido en ensayos –ojo porque esto requiere mayor fuerza de trabajo interpretativa, se nos dispara la plusvalía–.

Sin embargo, como, por desgracia, es frecuente en este tipo de luchas, el esfuerzo no es suficiente. La cinta, aunque meritoriamente sostenida por unos actores –muchos de ellos no profesionales– entregados a la causa, se pierde en el eco de un grito que cada vez suena menos fuerte y acaba por diluir su mensaje.

El director y guionista Stéphane Brizé aliena su propia obra por fuerza de caer en uno de esos mecanismos que asienta el capital: la repetición. Traiciona, en el transcurso de la narración, el espíritu del teatro épico brechtiano al renunciar a la técnica del distanciamiento y decantarse por completo hacia el abrazo de una catarsis efectista y manipuladora incoherente con sus propuestas iniciales, contraproducente para la lucha obrera.

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