Demolición

Demolición, pasado de vida

Para poder avanzar en la vida y poder alcanzar una felicidad deseada que jamás tuvimos en ocasiones debemos romper con el pasado. Colocaremos unas cargas de dinamita a lo ACME y veremos desde la distancia como todo cae ante nuestros ojos, reseteándonos y dejando el contador otra vez a cero. Esto que parece fácil de hacer en realidad es muy complicado y solo sucesos muy señalados e importantes permiten al ser humano darse cuenta que algo no funciona. Davis Mitchell, el poco expresivo Jake Gyllenhaal, es el hombre que pone en práctica este pensamiento en Demolición, la última película del director canadiense Jean-Marc Vallée, conocido por el film Alma salvaje y la famosa Dallas Buyers Club.

Demolición

En esta ocasión no es un viaje, ni la noticia de una enfermedad lo que hace a un hombre cambiar su manera de vivir y de observar lo que sucede a su alrededor pasando de un estado de sueño despierto a un despertar maravilloso. La muerte de su esposa hará que este bróker comience a interesarse por cuestiones que hasta ese momento apenas si contaban para él. Es un Neo de Matrix descubriendo los misterios de la vida que hasta ese momento se encontraban ocultos ante su persona. Una serie de cartas a la sección de atención al cliente de una empresa de máquinas expendedoras de chocolatinas y demás productos similares le pondrá en contacto con una mujer y su hijo, dos personajes que le ayudarán a que la transición y el cambio sean más placenteros.

La pérdida de un ser querido conlleva un periodo de duelo que varía en forma y tiempo según sea la persona que lo sufra. En este caso los padres lo exteriorizan de una manera, informando a todos de la buena voluntad de su hija y creando una beca que lleva su nombre para que nadie nunca le olvide. El causante del accidente en el que ella perdió la vida estará por siempre en deuda y llevará periódicamente flores a su tumba sintiéndose culpable de aquella desgracia, por cierto conduciendo un coche ranchera, algo que en numerosas ocasiones será motivo de burla. En el caso de Davis la muerte de su mujer es el nacimiento de una nueva consciencia que se traducirá por ejemplo en bailes hipnóticos y nerviosos con o sin público y en un desmontaje de objetos en piezas más pequeñas y simples allá por donde va ¡Abstenerse en cruzarse en su camino relojes antiguos de pie! Todas estas formas de duelo son válidas, todas son acertadas y todas y cada una de ellas nos informan sobre la personalidad de sus dueños.

Demolición

Demolición intenta vendernos la idea de que la mejor manera de disfrutar de nuestra vida es un carpe diem continuo en el cual no nos fijamos en los demás haciendo lo que más nos gusta y devorando un tiempo que se nos escapa entre las manos. Un buen consejo que algunos aceptarán y otros recibirán con recelo.

Demolición no es un film fácil de entender y menos aún empatizar con el protagonista. Uno no acaba de enterrar a su esposa y a continuación se comporta de esa manera tan peculiar ni establece vínculos de amistad y amor tan rápidos con personas a las que no conoce bien. Le miraremos extrañamente, como algunos personajes del film y reiremos sus gracias o sufriremos con algunos de sus actos ¡Qué mal cuerpo se me quedó viéndole destrozar su casa a golpe de maza acompañado del hijo adolescente de su amiga!

Demolición

Al final todo vuelve a su cauce y la aparente irrealidad, con recuerdos y ensoñaciones con el rostro de la fallecida, se transforma en una realidad a medias más identificable y lógica que pone todo y a todos en su sitio tras la bendita locura inicial. Una regularidad y orden muy occidental alejado del modus vivendi de los orientales que ven la belleza y la armonía en las cosas más asimétricas e imperfectas.

Algunos saldrán convencidos de que esa es la mejor manera de alcanzar la felicidad, otros mirarán hacía otro lado y desecharán tal opción. Demolición va dedicada para todos ellos pretendiendo despertarlos ¡Yo aún sigo dormido!

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