Yesterday, made in Working Title

La productora británica Working Title sabe imprimir su sello a gran parte de las películas que salen de su particular factoría. Sus comedias románticas, subgénero en el que han triunfado de manera contundente, mezclan humor inequívocamente inglés, canciones pop y algo de la cursilería habitual en este tipo de films. El guionista Richard Curtis ha sido el principal responsable de fraguar este estilo en títulos como Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, Love Actually o El diario de Bridget Jones, entre otras. 

Yesterday

Yesterday viene a ser una nueva aplicación de la fórmula magistral. Curtis, responsable del libreto del largometraje, reúne todos los elementos de probada efectividad de la empresa, aunque en esta ocasión, como ocurriera también en Una cuestión de tiempo, añade un ingrediente fantástico: ¿Qué pasaría si después de un extraño fenómeno mundial los humanos, a excepción de un músico fracasado y otras pocas personas más, desconocieran completamente la existencia de The y sus canciones?

Danny Boyle, que ya abordó el género en la olvidada Una historia diferente, se limita a poner en imágenes el guion con su habitual esteticismo, pero teniendo en cuenta que en esta ocasión en un artesano al servicio de un producto made in Working Title. Curtis se convierte así en el verdadero autor de la cinta y, en consecuencia, el máximo responsable de sus  aciertos y errores. Quizá el gran problema sea no estar a la altura de su prometedora premisa y del tono socarrón de su comienzo. La película triunfa cuando nos muestra la desventuras de ese chico de origen hindú que está a punto de abandonar su carrera cuando sus propias composiciones fracasan. No obstante, empieza a hacer aguas en el momento en el que debería tomar vuelo. Precisamente en el instante en el protagonista presenta como propias las composiciones del cuarteto de Liverpool y se gana el apoyo de la industria musical la cinta asume un tono moralizante escasamente sutil. El supuesto sarcasmo de los diálogos de la manager sin escrúpulos resulta demasiado obvio, así como la crítica a la falta de escrúpulos de la industria musical  y el mensaje acerca de la honestidad,  que parece propio de una catequesis. Por otra parte, la relación entre el cantante y su primera representante, una maestra que lleva enamorada de él desde la adolescencia, está tratada con excesiva cursilería y acaba siendo más un cuento de hadas moderno que una película mínimamente adulta.

Yesterday

A pesar de ello, esta irregular comedia se sostiene gracias a la estupenda labor de , entrañable como el artista fracasado que pretende alcanzar el éxito por el camino más corto, y  Lily James, adorable como esa chica que bebe los vientos por él. Por el contrario, el cantante Ed Sheeran demuestra que no es capaz ni de interpretarse a sí mismo. 

En definitiva, Yesterday pretende que nos creamos que, como cantaran The Beatles, todo lo que necesitamos es amor, aunque no logre convencernos debido al tono excesivamente empalagoso y poco creíble. 

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