En estos momentos en los que España se enfrenta a una crisis política de futuro incierto nos llega calentito un documental que continúa diez años después con lo avisado por David Guggenheim y Al Gore en Una verdad incómoda. Son tiempos en los que debemos preguntarnos si estamos haciendo todo lo posible por cuidar el planeta. El ex-vicepresidente del partido demócrata norteamericano vuelve a ser el narrador y a protagonizar una serie de conferencias y discursos en donde avisa del problema del cambio climático y sus efectos en el mundo como fuertes tormentas, huracanes devastadores, hoy en día por desgracia muy de moda e inundaciones provocada por el derretimiento de los polos glaciares. Este Capitán Planeta vuela en helicóptero y se desplaza por numerosos lugares del globo como testigo directo de lo que está pasando. Ve en primera persona las causas del desastre y comprueba como las consecuencias destrozan la vida familias de todo el mundo, ya sea en Chile, Tailandia o Miami. Pero no todo es malo en Una verdad muy incómoda: Ahora o nunca. También hay personas que parecen haber escuchado el aviso y están haciendo lo que pueden para evitar estos desastres naturales, como ese alcalde republicano de Texas que lucha por tener la ciudad más limpia del mundo como herencia para las generaciones venideras.
Muchas son las cuestiones que se plantean en Una verdad muy incómoda: Ahora o nunca, muchos los datos que se dan y un baile de cifras y ecuaciones que en ocasiones resultan mareantes. La conclusión es que aunque hay algunos que lo intentan y se esfuerzan, otros parecen pasar del tema consiguiendo que la contaminación esté provocando un cambio climático severo con estaciones locas que no se ajustan a la realidad ¡octubre y con estas temperaturas! Una buena noticia es sin embargo las iniciativas por las energías renovables como la eólica o la solar que en algunos lugares han sustituido a los combustibles fósiles. Ahora en nuestro país por ejemplo cada vez se ven más coches eléctricos, híbridos y menos contaminantes. La mala es que todavía falta bastante para que notemos algo. Algunas ciudades parecen Londres antiguo con grandes nubes negras y peatones protegiéndose la boca con mascarillas y otras pronto las imitarán.
El momento culminante y que pretende ser un golpe en la mesa que acabe de sensibilizarnos sobre el problema se da en la Cumbre del Clima en París, del 2015. Allí Al Gore consigue apoyos para su causa, aplausos atronadores y nuevos activistas ecológicos o planetarios a los que darles “los anillos mágicos”. Son días complicados pues se recuerdan los graves atentados de la sala Bataclan, de la capital francesa y los ocurridos en Nueva York con la caída de las Torres Gemelas. La gente está más unida que nunca y parece que la idea de proteger y sanar el mundo ha calado hondo. Sin embargo más tarde un enemigo, va a aparecer en escena abandonando el proyecto del G-20, un demonio que pasa olímpicamente del medio ambiente y que prefiere destinar los millones de la Agencia estadounidense en otros menesteres. Donald Trump es visto como el anticristo que se opone a los planes de Al Gore y un obstáculo para el correcto futuro con el que esperamos encontrarnos.
Si, en verdad Una verdad muy incómoda: Ahora o nunca está tratando de adoctrinarnos, una palabra que últimamente está en boca de muchos políticos, pero a su manera. Concienciarnos con pruebas de que es lo que nos espera y de lo que podemos hacer. Buscando diferentes soluciones al problema y distintos granitos de arena que pueden ayudar al proyecto común. Aboga por la unión que permite una fuerza mayor y una gran actividad que ayude en el cometido. Seguramente este documental puede ser una herramienta muy útil en el aula educativa, un apoyo para el currículo programado por el docente.
Para Una verdad muy incómoda: Ahora o nunca Al Gore ha dejado a Guggenheim y esta vez, en la secuela, se ha decantado por Bonni Cohen y Jon Shenk colaborando juntos en la dirección. Ha acompañado su narración con imágenes impactantes y motivadoras empleando un lenguaje preciso y adecuado para todos los públicos. Nada que ver con el mensaje que Darren Aronofsky manda con madre! bastante más caótico y plagado de demasiadas metáforas. Dos maneras distintas de acercarse al problema y a los causantes de la desgracia, ambas válidas, las dos potentes utilizando el cine como vehículo.
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