El día del espectador: Te quiero, tío (2009)

Durante muchos años, el medio de transporte que más usaría sería el tren -quizás por herencia familiar o por causas del destino- donde he visto gran parte de  las películas que llevo en la cabeza. También sería el primer sitio donde conocí a @devuelta, aunque no sería hasta más tarde cuando habría una invitación formal a echar un tiempo en este blog.

Te quiero, tío

En ciertas etapas y más conforme se van cumpliendo años, hacer nuevas amistades es una quimera que poco o nada tiene que ver con el establishment de la amistad que nos rige en edades púberes, sino que van transformándose y convirtiéndose en una sala de en la que entra y sale gente cuando suena un perreo bueno o una balada más suavita.

Algo así como lo que le ocurre a Rudd en Te quiero, tío, otra de esas películas con caras conocidas de la televisión que responde al cliché de cartel_random.jpg y que es fácil menospreciar por su tono menor; y es que a mediados del año 2000, la eclosión de Judd Apatow y sus discípulos, hizo que se realizasen un buen puñado de películas que parecían manuales de ayuda para la vida moderna. 

Aunque Te quiero, tío tenga como protagonistas a dos actores que han sido buque insignia de Apatow, la película no tiene relación alguna con el director de Virgen a los 40, aunque parte de sus preocupaciones – la madurez, el vinculo emocional entre personas, la falta de comprensión social para momentos claves, etc – pueden verse a lo largo de la búsqueda desesperada de Peter Klaven () por encontrar en Sydney () el padrino perfecto para su boda.

Te quiero, tío

Durante años, cada vez que quería huir de alguna conversación de esas donde se pide consejo sobre qué ver, siempre recomendaba esta película, no ya por acabar cuanto antes aquella situación donde el pedidor de consejos olvida la recomendación rápidamente, sino como medida esperanzadora para que alguien descubriera de nuevo lo complicado que es encontrar la sintonía con el que te une un simple encontronazo trivial.

Hoy será otro de esos días de reclusión que manda la norma, de poner en valor y acordarse de todos aquellos con lo que has compartido algún momento, ya sea en internet o en cualquier lugar tangible y quizás sea un buen momento para ver algo cuyo título es tan desafortunado pero tan lleno de significado como es un te quiero.

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