Un tango más, una vida a media luz

Un tango más, segundo documental del director argentino German Kral, quiere reverdecer viejitos laureles presentando al mundo a los dos bailarines de tango más importantes y famosos del país. María Nieves Rego y Juan Carlos Copes durante más de cincuenta años recibieron el aplauso de un enfervorecido público conmovido por la técnica y la pasión con la que estos fenómenos ejecutaban sus pasos sobre diferentes escenarios de todo el mundo. Un tango más es un homenaje y un tributo, un honor para todos.

Un tango más

Dos parejas de bailarines profesionales, una más joven y otra más madura repasan con complicadas coreografías y equilibrios nada naturales toda una vida íntima dentro y fuera del trabajo. Los dos adolescentes se conocieron en una pista vírgenes en el amor y en la danza y al compás de una música de milonga, sellaron el nacimiento de su relación. Los dos cancheros de Buenos Aires a partir de ese día danzaron como uno solo sobre puentes, carreteras y naves industriales, flotando en el aire y respirándose alrededor una magia más que evidente. Aprendieron a vivir con libertad expresando sus sentimientos, abrazados a un arte nuevo que ellos mismos engendraron con sus movimientos. Respeto, cariño y conexión fueron perdiéndose a medida que la vida los fue separando. Como muchas historias de amor las diferentes crisis no pudieron ser superadas y al final cada uno tomó un camino diferente conscientes ambos de que los celos y las infidelidades habían acabado con la física y química de la antes eran dueños. Mientras María se marchitaba sola reconociendo que Juan había sido el hombre de su vida, su partenaire profesional pasaba a otra etapa, muy feliz con esposa e hija. Como dice María Nieves en Un tango más: no vale la pena una lágrima de mujer por un hombre, no sabemos las que ella pudo vertir por el suyo pero se adivinan unas cuantas por desgracia.

Siempre nos quedará París, digo Buenos Aires, y unos bailes coreografiados con complicadas figuras donde los errores se llaman ninguno. Los únicos pisotones que vamos a ver en forma de decepciones dejarán su huella y heridas marcadas en las palabras de una cansada María que vio perderse su juventud y el deseo de la maternidad por el sueño de seguir al hombre que había elegido como compañero para todo. Música que suena en gramolas y tocadiscos y que evoca un tiempo pasado que en este caso fue mejor al menos para uno de ellos. Solos los dos o en grupo los verdaderos protagonistas y los que los interpretan expresan lo que nadie decía en voz alta calzados con zapatos de charol, los femeninos aupados sobre tacones finos e interminables, son entrevistados por separado conociéndose sus impresiones y las diferentes versiones estudiándose al personaje en reuniones de grupo con preliminares investigaciones.

Un tango más

Ya nunca el elegante traje rallado de Juan volverá a moverse con cuidado disimulo sobre ninguna mesa enana, ya nunca el vestido largo y brillante de María lo acompañará tintineando a su alrededor, ya nunca veremos sus rostros pegados ni las palmas de sus manos apretadas. La historia se acabó para su desgracia, para la nuestra. Solo el recuerdo vivirá en las grabaciones de la época, en una televisión argentina que había encontrado a su Fred Astaire y a su Ginger Rogers. Esos ganchos ya no volverán, esas vueltas y filigranas han volado y aunque han creado escuela, suena a bye bye original.

A media luz, como cantaba Carlos Gardel se enamoraron, los focos después los desunieron iluminando solo a uno de ellos, olvidándose y dejando en tinieblas al otro. Una suerte no deseada, el lógico triunfo del odio y la pelea menos coordinada. Un tango más es una manera de conocer la música de Luis Borda, el Sexteto Mayor y Gerd Bauman, todo un remolino de bellas canciones con las que jugaron bajo la lluvia después de volver del cine.

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