T2 Trainspotting

T2 Trainspotting, elige la madura imperfección

Los reencuentros están de moda: Que si Operación Triunfo y sus cobras, que si Padres Forzosos y sus chistes forzados, que si Twin Peaks y su Lynch trasnochado. Danny Boyle, que apenas recaudó lo que costó su última película, Steve Jobs, ha decidido apuntarse a lo seguro y reunir al equipo original de Trainspotting para contarnos una nueva historia 20 años después. Pero claro: ¿Realmente esperamos que los personajes no hayan cambiado? ¿Queremos volver a ver la misma trama que en la primera parte? ¿Para quién está dirigida T2 Trainspotting? Danny Boyle parece tenerlo claro. El problema es que quizá la audiencia no tanto.

T2 Trainspotting

Olvidaos de las carreras con monólogos en off, de los váteres tragándose personas, del aire de juventud frustrada que desprendía Trainspotting. Los personajes han evolucionado, como debería haber hecho su público. T2 Trainspotting es una película madura, adulta, crepuscular, que no teme a la hora de hacer evolucionar a unos personajes recordados por todos los cinéfilos. Spud, Renton, Begbie y Sick Boy han seguido su vida, con o sin dinero, y en ningún caso les ha tratado bien: Son fracasados, adictos a la droga, inadaptados sociales que, ahora, ya no tienen ningún motivo ni razón para seguir adelante. Como dice Renton, si le dijeran que va a vivir dos años más, podría sobrellevarlo, ¿pero qué hará 20 o 30 años más en este planeta?

El argumento del filme no lleva a error: T2 Trainspotting no evita continuar lo ocurrido tras la primera parte, pero llevándolo a otro terreno, utilizando la película de 1996 como trampolín no solo para narrar nuevas historias, sino incluso para cambiar de género cinematográfico. T2 Trainspotting es más un drama repleto de nostalgia y melancolía que la exitosa mezcla de géneros que fue su primera parte.

Las diferencias se ven desde la misma sinopsis: Renton vuelve a Escocia, tras 20 años fuera, y allí interrumpe el intento de suicidio de Spud, habla con su padre tras la muerte de su madre e intenta rehacer su vida construyendo un burdel para la novia de Sick Boy, que, por su lado, quiere vengarse por las 4000 libras que Renton le robó al final de Trainspotting. Cuando Begbie se escapa de la cárcel y quiere recuperar su parte, el resultado no será bonito para nadie.

T2 Trainspotting

Es inevitable comparar esta segunda parte con su predecesora de forma continua, entre otras cosas, porque la propia película no para de referenciarla (lo justo para que no se nos olvide el material original, pero sin caer en la nostalgia innecesaria). Tenemos un nuevo monólogo de “Elige tu vida”, tenemos a Renton riéndose mirando a un conductor, tenemos el baile al ritmo del ‘Lust for life’ de Iggy Pop… Pero también tenemos muchas nuevas secuencias que, por sí solas, valen el precio de la entrada: La improvisación de una canción en un viejo club, la pared empapelada de recuerdos de Spud, Renton contando la verdad sobre su vida, el robo que Begbie realiza junto a su hijo… Danny Boyle sabe exactamente lo que hacer para que T2 Trainspotting, teniendo elementos en común con su precuela, sea defendible por sí sola.

Lejos de cometer el error de la mayor parte de secuelas (ofrecer más de lo mismo), Boyle se ha arriesgado, mostrando una visión de la madurez depresiva, triste, intencionalmente más lenta y aburrida que la juventud. Abundan las conversaciones, los planos contemplativos, la visión de la droga no ya como un elemento de diversión, sino como una adicción peligrosa. Que nadie se llame a error: T2 Trainspotting es, ante todo, una película sobre afrontar la madurez y el inicio del final de la vida, que nunca pierde el ritmo pero que, desde luego, lo ha cambiado con respecto a Trainspotting. Donde antaño escuchábamos un solo de batería vertiginoso, ahora es más un ritmo de jazz rápido pero seguro, sin llegar a caer en lo caótico.

Si hay algo que destaca en T2 Trainspotting es, sin duda alguna, Danny Boyle. Un Boyle que, lejos de tratar de contenerse, pone la cámara donde nadie más la pondría para lograr un resultado simplemente espectacular. Si la película funciona como funciona, es gracias a que un maestro como Boyle sabe qué hacer exactamente en cada movimiento de cámara, en cada travelling, en cada plano loco. Le falta algo de la chispa de Trainspotting (lógicamente), pero todo lo que pierde en chispa lo gana en calidad y madurez, los dos factores de la evolución de su personalidad como director desde 28 días después.

T2 Trainspotting

Y si el director se comporta como una auténtica bestia tras la cámara, el plantel actoral no se queda atrás: Ewan McGregor (salido del bloque de hielo donde se conserva) sabe afrontar el cambio mental de Renton pero sin perder ni un ápice del tono del personaje original. Lo mismo ocurre con Ewen Bremner, un Spud fácil de creer y que es el personaje más cercano al original, por motivos obvios. Robert Carlyle, por su parte, borda el papel de Begbie, violento e irascible, sin concesión para el drama, y Jonny Lee Miller es el único que a ratos parece no entender muy bien a su personaje (aunque, en su defensa, cabe decir que es el que más bandazos da en la historia, algo que no ayuda a su actuación).

Basada muy levemente en ‘Porno’, la secuela literaria de Trainspotting, esta T2 Trainspotting es un rara avis en el mundo del cine: Es una secuela tardía que no cumple con lo que se espera de ella pero, de alguna forma, consigue ser lo suficientemente memorable como para ser recordada por sí misma. Los fans más acérrimos de la primera parte, aquellos que quedaron marcados de por vida con el filme de 1996, probablemente saldrán decepcionados de esta secuela. No por los motivos habituales, sino porque no les va a dar el chute que necesitaban. Y es que T2 Trainspotting es un chute de cocaína adulterada, un caramelo envenenado, un cojín relleno de hormigón: No es cómoda, no es lo que te esperas, no te va a dar lo que quieres ver. Y ahí radica precisamente su grandeza. Pensándolo en frío, otra versión de T2 Trainspotting no hubiera tenido ningún tipo de sentido.

Elige una vida. Elige juntar a la misma gente 20 años después. Elige realizar planos imposibles. Elige cerrar un círculo que no sabías que estaba abierto. Elige correr el riesgo de decepcionar. Elige hacer lo que quieres en lugar de lo que te piden. Elige ser tú mismo. Elige la nostalgia. Elige la madurez. Elige el estilo. Elige pagar por una película que te trata como un ser inteligente, en lugar del ente unicelular que suelen creer que eres. Elige lo imperfecto. Elige T2 Trainspotting.

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