Star trek: en la oscuridad, o cómo J.J. Abrams me da miedo

Cabreado, frustrado, indignado, emocionado, compungido, sin aliento, expectante, intrigado, decepcionado, disconforme, estafado y feliz, son así, a bote pronto las emociones que recuerdo que este señor me hizo sentir con la serie de televisión Lost, la cual supuso el gran salto y reconocimiento de su creador.

Abrams no me cae bien, el me manipula, me deja pensar una cosa y después sale por peteneras, me da una explicación, que no carece de lógica, y me deja con el gesto torcido, hizo eso durante toda esta serie, y ahora, en Star trek: en la oscuridad lo volvió a conseguir, superada la barrera fanática que supuso realizar la primera película, salvando toda la lluvia de críticas por reiniciar, de forma brillante, una historia largamente contada y con gran arraigo de sus protagonistas a todos los niveles de la cultura popular, incluso para los no fans de la historia, Abrams da un giro completo a la forma y al concepto.

Si en la primera estuvo contenido, o mejor dicho, respetuoso con el ambiente y espíritu originales, pero llevándolo a su idea, en  Star trek: en la oscuridad ya no se contiene, y cuenta la historia como a él le gusta contarla, con un despliegue de efectos visuales, colores y formas, pero sobre todo con una velocidad de imágenes y hechos que harán vomitar a los puristas cinéfilos, acostumbrados a tempos mucho más pausados, y que últimamente braman en desdenes hacia ‘el nuevo lenguaje visual’, argumento creado por el CEO de esta web, y en el que me recreo como cerdo en cochinera.

Star trek: en la oscuridad no es más que un despliegue en todos los sentidos, no se deja nada, no le falta nada, no le sobra nada, no por eso es una película perfecta, pero no te quedas con la sensación de que su creador se guarde ases en la manga en lo que al espectador se refiere, pero lo que si consigue, si llegas a la película habiendo visto los trailers y sin leer críticas o revisiones en las que sacrifican el misterio del argumento por ‘ser los reveladores’ del misterio, te das cuenta que el director te engaño, me gustaría pensar que para bien, y que algo que negabas, resulta que es tal cual.

La película tiene todos y cada uno de los ingredientes de la saga original, razas alienígenas pintorescas, coloridas y siniestras, tramas que rozan lo ridículo basadas en una enorme dosis de ciencia ficción, con énfasis en lo que pretende ser científico, pero esta película, en mi opinión, pondrá furiosos a los fans más acérrimos de la saga, porque Abrams se la lleva a su terreno, transforma los paseos por los pasillos en carreras, la pausa en prisa, la calma en trepidante acción, el calmado en violento, la lucha en despiadado combate, y lo inunda tanto que eclipsa, casi hace desaparecer el espíritu original, el cual, en mi opinión, sigue estando presente, pero reinventado para un nuevo público, con un lenguaje adaptado a su forma de ver y asimilar, amén de atender sus deseos.

Star Trek en la oscuridad

Ejemplos claros de esto, son tramas que durante toda la saga solo eran insinuadas, aquí son mostradas de forma directa, sin rodeos, normalizando, son como si el director tratase de reivindicarse en su idea, que esto es una reinvención, basada en los personajes originales, pero que tienen una personalidad independiente, y no reinterpretan exactamente a los mismos caracteres. No obstante, sigo creyendo que los actores, o al menos sus representaciones en esta película, no están a la altura de lo que sus personajes les exigen, a Chris Pine le falta empaque cuando tiene que ponerse serio, lo que si consigue cuando trabaja en tono burlesco, o macarra que se le exige a James T. Kirk . Por otro lado Zachary Quinto sigue sin ser un mal Spock, pero tampoco un gran Spock, pero en su caso, el desafío era si cabe mucho más complicado, muchísimo más complicado, pero entre la decepción del elenco de actores destaca sobremanera Benedict Cumberbatch, del que no disfrutamos como deberíamos, ni de su intensa voz en los diálogos, ni una interpretación inquietante, además parece estar hinchado para la ocasión, sus fans me entenderán.

J.J. Abrams me da miedo, su capacidad de manipularme cuando me planto ante una de sus obras, me da miedo, no voy con el concepto preconcebido de que será un fiasco, le dejo que me use y él sabe manipularme, me da miedo lo que hará cuando le meta mano a Star Wars, porque puede que me guste, y a ver cómo me enfrento con esos puristas, tan acostumbrados a un tipo de lenguaje, de mejor o peor calidad, y en ocasiones de calidad cuestionable. Me da miedo el resultado, y me da miedo su efecto en mí.

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