La primera parte de la película de Mike Flanagan transmite la sensación de que el espectador se va a encontrar con la típica obra de terror basada en casas encantadas mil veces escritas. Los primeros minutos de metraje se hacen largos, aburridos, la presentación de los personajes es dilatada y no parece que Oculus vaya a sorprendernos en ningún momento.

Tim y Kaylie son dos hermanos cuya vida se vio trastocada al perder a sus padres después de un misterioso incidente en su hogar. Un espejo trajo el mal a la casa y los hermanos se volverán a enfrentar a él para poder superar su trauma. Insidious o Paranormal activity podrían ser perfectamente dos de los referentes modernos recuperados por Flanagan a la hora de construir la atmósfera y el estilo de su obra.

Oculus, el espejo del mal

Una vez superada la primera parte de presentación, cuando los personajes se enfrentarán cara a cara con sus diablos y su pasado, la calidad de la obra aumenta exponencialmente. Y lo consigue a través de un recurso narrativo muy especial y original. Las dos historias de los personajes, la pasada y la presente, se entremezclan de una forma muy milimétrica y depurada. La casa y el espejo malvado confunden a los protagonistas constantemente y con ello también a los espectadores. Todo apuntaba a que Oculus iba a ser otra película de terror cualquiera pero, pese a basarse en una trama muy repetida durante la historia del cine, añaden un recurso innovador, haciendo de ella una obra interesante.

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