Otras tres pelÃculas de la competición oficial que hemos visto en el festival de Cine Europeo y seguimos sin encontrar esa gran pelÃcula que nos falta.
Sister, tÃtulo galardonado con el Oso de Plata de BerlÃn y elegido para representar a Suiza en los oscars toma como referencia el cine de los hermanos dardenne y sus temáticas sociales a la vez que Ãntimas.
Simon, de 12 años, vive con su hermana mayor (Léa Seidoux) en un modesto piso en un pueblo desangelado en la falda de las montañas nevadas. Simon ejerce de cabeza de familia, a su edad, manteniendo a la bala perdida de su hermana gracias al menudeo de equipamiento deportivo que obtiene en la cercana y lujosa estación de ski gracias a un pase, nervios de acero e ingenio.
La compleja relación entre Simon y su hermana constituyen la base de Sister que se ve con interés y fluye moderadamente bien. La directora Ursula Meier consigue mantener nuestra atención construyendo dos personajes bien perfilados en los que la excelente dirección de actores tiene un peso fundamental. Una pena que no consiga rematar del todo bien la historia, algo habitual en las pelÃculas del festival, con un final demasiado abrupto.
En Call girl nos trasladamos a la Suecia de los años 70 con un thriller que nos vuelve a introducir en las cloacas morales del paÃs escandinavo.
Una trama policÃaca -basada en un caso real- en la que altos cargos polÃticos suecos se ven envueltos en un escándalo de prostitución que seguimos a través de Iris, adolescente rebelde que termina enredada en el ânegocioâ mientras la policÃa hace la vista gorda.
La buena atmósfera, ambientación y potentes personajes de Call girl se ve empañada por una realización excesivamente morosa y un metraje innecesariamente alargado que roza las dos horas y media. De todos modos, una propuesta muy estimable que puede tener algún eco en el palmarés final.
Por último vimos la rusa Me too una de esas pelÃculas sesudas e intelectuales que tanto gustan por aquÃ.
El mafioso Bandit, su alcoholizado colega músico Oleg, su novia, y su anciano padre se embuten en un Jeep negro en la búsqueda del âcampanario de la felicidadâ que, se rumorea, está junto a una central nuclear abandonada entre San Petersburgo y Uglic.
No hay apenas nada que retenga mi atención en esta pelÃcula. Me da igual la trayectoria de culto del director, me dan igual las referencias mitológicas, los personajes, los actores, la historia. No percibo ni un ápice de humor ni deslumbramiento, solo frialdad, que me deja congelado a las puertas de ese campanario que en la pelÃcula promete llevarme a la felicidad.