Serena, esta pareja empieza a resultar cansina

Susanne Bier, reconocida directora del panorama danés contemporáneo, ha conseguido deleitarnos con obras de un nivel de calidad alto. Hermanos o En un mundo mejor (película que se alzó con el Oscar a mejor película extranjera) eran películas creadas desde una profunda artesanía y que conservaban cierto espíritu de cine de autor. Pero parece que este espíritu ha ido desapareciendo progresivamente, y actores como Benicio del Toro, Halle Berry o Pierce Brosnan han ido contaminado sus últimas películas de espíritu más comercial. Hasta ahora el nivel de las obras se había mantenido, pero con Serena Bier deja mucho que desear.

Es injusto echar directamente toda la culpa a la pareja de actores más de moda en Hollywood que protagonizan la película. Personalmente creo que ni Jennifer Lawrence ni Bradley Cooper son grandísimos actores, son dos actores encasquetados en un prototipo de personajes que interpretan con bastantes creces. Cooper suele ser un tonto/manipulado y Lawrence una loca/manipuladora. Ya sea por azar o porque Susannne Bier pensó en ellos desde el principio, la parejita de moda vuelve a interpretar exactamente sus mismos roles. El principal punto original que nos ofrece la obra es el uso como pretexto del western para contarnos una historia de amor. Es difícil saber si la película es más cercana al romance o al cine del oeste. Nos muestra la típica pareja enamorada que a medida que pasan los minutos se desgasta, se consume y se empapa de un ambiente negro, oscuro que en ciertos momentos llega a ser delirante. La venganza y la ira acaban apropiándose del film, y los protagonistas se dejan llevar hacia un final agónico y desastroso.

Serena

Fuera de los aspectos narrativos, que pese a despertar interés en el espectador están mal distribuidos y mal gestionados probablemente a causa de una mala organización de los golpes de efecto y de los picos o puntos de giro del guion; la película tiene un valor estético bastante interesante. Los paisajes rurales desprenden una belleza que esconde una artificialidad oscura, deprimente muy acorde con el contexto de la época en la que se enmarca la película. La apariencia idílica de los años 20 se refleja en el entorno del film pero las sospechas de que algo oscuro se presenta (el crack del 29) se transmite de una forma bastante coherente a través de unos espaciosos bellos pero que en muchas ocasiones presentan rincones llenos de oscuridad.

Es evidente que el punto más fuerte de la obra y que atraerá al público es la pareja de actores protagonista. Pero que no esperen ver nada diferente, los dos interpretarán personajes que ya hemos visto en otras películas y que empiezan a resultar un poco cansinos. El argumento de la obra deja mucho que desear ya que hay varios asuntos mal perfilados y muy dilatados. Lo único que puede sustentarla es una belleza estética interesante y sugerente pero que no consigue ser un motivo suficiente para conseguir que el espectador más exigente salga satisfecho del cine.

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