Seminci 2021: «Last Film Show», «El contador de cartas» y «Hit the Road»

Last Film Show (Pan Nalin, 2021)

Samay (Bhavin Rabari) es un niño de nueve años en Chalala, una zona rural del oeste de la India. Su padre es un hombre estricto y tradicional que se dedica a vender té en la estación de tren. Un día lleva a la familia al cine a ver una “película religiosa”, y Samay descubre un mundo nuevo. Tras entablar amistad con el proyeccionista del cine, empieza a aprender más y más sobre cómo funcionan las películas, lo cual cambiará su forma de ver el mundo. De mano del realizador indio Pan Nalin, Last Film Show consigue posicionarse como una especie de Cinema Paradiso del siglo XXI, esta vez con transición al digital incluida.

El metacine es un tema peligroso que representar en una película, específicamente si trata el descubrimiento del amor por el cine, ya que puede resultar repetitivo, autocomplaciente o pretencioso; pero no es el caso con Nalin, quién se basa en sus recuerdos de la infancia en este relato semi-autobiográfico, como ver su primera película a los nueve años o quedarse ensimismado mirando la llama de una cerilla, algo en lo que se vio muy reflejado al ver Lawrence de Arabia de David Lean, uno de los cinco cineastas que incluye en los agradecimientos de la película (junto con Stanley Kubrick o Andrei Tarkovsky, entre otros, a los que también dedica pequeños guiños). 

Last Film Show (Pan Nalin, 2021)

Al igual que Samay se obsesiona con “capturar la luz”, la cámara atrapa los destellos y rayos que tanto fascinan al protagonista, los recoge cuidadosamente y nos lo muestra con la misma fascinación con la que los mira él. También graba con cariño una serie de escenas culinarias reminiscentes de la coreana Little Forest, y aunque no sea la gastronomía un tema central en este caso, tiene una conexión inherente con el cine como producto que se debe crear con cuidado y amor, y que cuando se hace bien nos sacia y nos hace feliz. Son escenas particularmente bellas, con planos cenitales que recuerdan a Wes Anderson, en las que los colores y el humo que desprende la comida hacen la boca agua. Inicialmente, el equipo tenía el plan de rodar en analógico, como homenaje al sistema por el que tanto amor expresa la película, pero debido a limitaciones del presupuesto terminó siendo filmada en digital, aunque se conformaron con unas lentes soviéticas Lomo, cuyo resultado, cercano al look del celuloide, es una fotografía absolutamente ensimismante. 

Se nota cuando un cineasta cumple el típico consejo de “write what you know” (escribe lo que conoces), ya que esta película está llena de detalles que cobran vida y una profunda conexión personal con la historia. El final es un tanto amargo, aunque consigue darle un giro esperanzador y cargado de significado, pero me quedo particularmente con las escenas en las que Samay comparte su pasión con su pandilla. Recrean un set de rodaje, plasman el paisaje por el que pasa un tren en las paredes del vagón, proyectan fotogramas usando una bombilla y un espejo, y más tarde bobinas enteras usando un proyector casero que construyen con chatarra, se divierten como artistas de foley, montan en bici con pedazos de película en los ojos para ver el mundo de color… No creo que se me olviden fácilmente esas imágenes ni ese espíritu apasionado que plasma la película. 


El contador de cartas (Paul Schrader, 2021)

En First Reformed, el anterior largometraje de Paul Schrader, un cura comienza un viaje de autodestrucción al lidiar con el sentimiento de culpa que le provoca la crisis climática y la destrucción del planeta. De forma similar, William Tell (Oscar Isaac), protagonista de El contador de cartas, está lidiando con su culpa (en este caso más directa) por crímenes de guerra por los que ya pagó condena. Se encuentran bastantes paralelismos entre ambas cintas, desde la temática principal hasta el hecho de que el protagonista dedique sus noches a beber whiskey y escribir en su diario. No obstante en este caso, no encuentro que los pasos del viaje interno de su atormentado personaje principal estén igual de claros, ni sus motivaciones. Quizás es cuestión de darle un segundo visionado, y entonces se rellenarán las lagunas aparentes del guion, pero en un primer instante me parece que esa es la gran debilidad de El contador de cartas

El contador de cartas

A pesar de que mi queja principal tenga que ver con su personaje, Oscar Isaac da una maravillosa interpretación como antihéroe misterioso, con un oscuro pasado, lleno de dolor y culpa. La película cuenta también con la presencia del gran Willem Dafoe, aunque siento que está algo desaprovechado.

Por otra parte, la incuestionable habilidad de Schrader como realizador es evidente en esta película. Con su particular estilo que se esfuerza por no llamar demasiado la atención, toma decisiones muy conscientes, cumpliendo siempre algún propósito. Aunque me haya faltado algo más para poder conectar, o al menos entender mejor, esta historia, está claro que tras la cámara hay alguien que juega con ventaja a la hora de contarlas. 


Hit the Road (Panah Panahi, 2021)

En la ópera prima del iraní Panah Panahi conocemos a una familia que va de viaje en coche. No sabemos exactamente cuál es su destino hasta bien entrada la película, se va revelando con cuentagotas, pero la película acaba sin tampoco dejar exactamente claro qué les ha llevado a tomar esa decisión. La prioridad de Hit the Road no es el drama, aunque sobre el papel pueda intuirse que así es. Su prioridad es reflejar una serie de dinámicas familiares, momentos compartidos, y emociones que los personajes ocultan de los demás durante un viaje que en ocasiones roza el surrealismo.

Hit the Road (Panah Panahi, 2021)

Mediante escenas larguísimas de plano fijo, esta familia conversa sobre cosas mundanas, discute y bromea, todo seguido. Son particularmente entretenidos los momentos protagonizados por el hermano menor (Rayan Sarlak), una bola de energía caótica de la que es imposible levantar los ojos cada vez que está en pantalla, y cuando el segundo acto pierde momentáneamente el ritmo ligero que hace el arranque tan divertido, es en parte porque sus intervenciones se reducen en este tramo. 

A pesar de ser un debut, hay mucha sensibilidad a la hora de encuadrar a los personajes en ese coche de forma tan claustrofóbica, o por el contrario desarrollar toda la escena climáctica en un plano general de una montaña, viéndose los personajes minúsculos en la distancia. ‘Hit the road cuenta una historia bastante trágica con sentido del humor, mediante unos personajes carismáticos que ocultan sus lágrimas, que por el contrario prefieren hacer un chiste, cantar en el coche o hablar del coche de Batman mientras miran las estrellas y el universo les atrapa.

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