Padre no hay más que uno 2: la llegada de la suegra, Torrente y los niños

Domingo, nueve de la noche. Mis vecinos están de barbacoa junto a otras quince personas en un jardincito del tamaño de mi cuarto de baño. Sin mascarilla, claro, no vaya a ser que se pierda la estampa veraniega. Una muchacha advierte que esta semana irá a ver “la segunda parte de Torrente y los niños«. Alguien corre a socorrerla diciendo “Pero no se llamará así, ¿no?”. La muchacha, en sus trece: “Sí, Torrente y los niños 2”. Me parece un nombre muchísimo más acertado que Padre no hay más que uno 2: la llegada de la suegra, así que permitidme que a partir de ahora me refiera a ella como Torrente y los niños 2, que es un título que encapsula las dos únicas cosas que realmente resumen la película: Torrente ha adelgazado y salen niños.

Padre no hay más que uno 2

¿Os acordáis de cuando Santiago Segura comentaba que la última película de Torrente sería esa en la que perdiera dinero? Torrente 5: Operación Eurovegas (la mejor de las tres últimas secuelas) estuvo a punto de hacerlo, y el amiguete dio carpetazo a la saga en búsqueda de nuevos proyectos más personales, como participar en Tu cara me suena o el remake de una comedia chilena (Sin rodeos). Por fin, en 2019 dio con su proyecto soñado y más personal: el remake de Mamá se fue de viaje, una comedia argentina de 2017 que en España se tituló Padre no hay más que uno (Torrente y los niños según mis vecinos) y que también tuvo versión francesa, mexicana e italiana. Pura artesanía.

Pero la cosa es que aquí funcionó, y Segura se planteó una secuela totalmente original. Y si la primera parte, pese a ser un remake, ya resucitaba la españolada, esta segunda hace lo propio con las matrimoniadas gracias a la inclusión de otro personaje de muchísima risa: la suegra. Se escucha ya al público de Noche de Fiesta aullar. Madre mía, y encima también sale Leo Harlem. Esta es la película perfecta.

Torrente y los niños 2 es como entrar en la mente de ese cuñao prototípico que no existe más que en los comentarios de las redes sociales y que te quiere hacer ver que sus horribles métodos didácticos son muy buenos porque disfraza ideas absolutamente horripilantes, intrusivas y tóxicas con sonrisas en plan “Jajá, lo que no me pase a mí”. El problema de Segura con Javier, su protagonista, es el mismo que tuvo con Torrente: a pesar de que claramente hace lo contrario a lo que debería hacerse, le cae tan bien que le convierte en un héroe sin matices ni ambages. Javier es claramente asqueroso y un personaje a evitar, pero, como Torrente a partir de la tercera parte, siempre se sale con la suya y a todo el mundo le parece bastante bien.

Padre no hay más que uno 2

Pero ojalá su protagonista fuera lo peor de Torrente y los niños 2. El gran problema es su absoluta falta de argumento, que intenta solucionar metiendo subtramas y running gags que nos hagan olvidar que esto no va a ningún lado. Al empezar la película, Javier y su app Conchy (que no tiene ninguna importancia en el transcurso del metraje) tienen controlados a los niños, pero entonces Marisa se vuelve a quedar embarazada, a lo que Javier reacciona desmayándose, que es una cosa muy graciosa y nunca ha pasado antes. Desde entonces hasta el final de la película pues… Bueno, esperan a que llegue el bebé y pasan cosas.

“Pasan cosas” es quizá el mejor resumen de Torrente y los niños 2. En la trama más graciosa, la niña pequeña quiere ser sevillana y empieza a imitar el acento a todas horas. Sí, esa es la más graciosa. En la menos graciosa, Javier empieza a entrenar al equipo de fútbol de su hijo y le deja en el banquillo porque es muy malo, insistiendo para que se centre en el ballet y llegar a todo su potencial de ser muy malo en algo. Jajá, traumas. Otras historias incluyen a Javier boicoteando el primer amor de su hija de 15 años, una separación por no querer tener hijos (que acaba en una incomodísima coacción para tenerlos), una comunión, la asistenta yéndose a otra familia y una niña queriendo un perro. Si algo de esto os resulta adorable y singular, Torrente y los niños 2 no os decepcionará.

Pero lo peor de la película llega en sus últimos cinco minutos, cuando resulta que todo esto ha sido un anuncio muy largo. No, no en broma como pasaba en Evolution o en El retorno de los tomates asesinos: un anuncio totalmente en serio de un producto que continúa durante los títulos de crédito. Para añadir capas a esta nueva versión del infierno, Santiago Segura ameniza los mismos con una canción cantada por él mismo junto a Efecto Pasillo. Por si no tuviéramos suficiente con el Covid. 

Padre no hay más que uno 2

Hay un par de detalles en los diálogos que me hicieron mantener la esperanza, pequeñas briznas de humor negro que hacían frente a diálogos como “¿Viene otra niña? Jo, seguro que a esa tampoco le gusta el fútbol” o comentarios sobre las cigüeñas y los grupos de whatsapp de padres que huelen a caduco desde antes de hacerse. La aparición de amiguetes como Alberto Chicote o José Mota también es relativamente graciosa, a pesar de que no tengan ningún sentido y se introduzcan por obra y arte de un majestuoso calzador. Al final, cuando en un menú sirves cuarenta tipos diferentes de emplasto, alguno funciona ni que sea por casualidad. 

¡Ah! Sobre los actores mejor no hablar: pocas veces he visto a alguien recitar sus líneas como si fuera la primera vez que las lee. Y es perdonable en los actores infantiles, pero no tanto cuando hablamos de supuestos profesionales como Leo Harlem, Silvia Abril (menos graciosa que habitualmente), Loles León, Toni Acosta o el propio Santiago Segura, que creen tan poco en el texto que solo les falta cambiar una de cada tres frases por “Esto me está pagando un mes de hipoteca”. Sería más honesto que el anuncio final. De verdad que nunca he visto nada tan descarado, tan poco amistoso hacia el espectador y tan, tan vergonzoso. Es casi tan malo como la dirección sosa y vulgar de Segura.

Y ahora que he tenido la oportunidad de resarcirme con esta experiencia, tengo que decir la verdad sobre Torrente y los niños 2 (aka Padre no hay más que uno 2: la llegada de la suegra): no es una mala película. O sea, claro que lo es, pero cumple perfectamente con lo que busca, que es llegar a un público general que solo quiere refugiarse del calor y las noticias en un cine disfrutando del aire acondicionado y de una historia que no rete para nada al intelecto. Porque quizá no es momento de Kurosawa o Bergman, sino de niños que quieren jugar a fútbol, niñas que quieren un perro y padres que no soportan a su (supuesta) suegra. Y no pasa absolutamente nada. Torrente y los niños 2 no se ha hecho para mí ni, creo, para ningún crítico de cine, sino para un público que llena masivamente los cines y al que le importa cuatro cuernos si el ABC le ha puesto una estrella muy furibunda o si Cine En Serio dice que es un anuncio alargado.

Padre no hay más que uno 2

En una barbacoa de mis vecinos, Torrente y los niños 2 (aka Padre no hay más que uno 2: la llegada de la suegra) ha salido a relucir. Os aseguro que eso no lo consigue Viaje al cuarto de una madre, por mucho que nos guste. Eso hay que reconocérselo.

Padre no hay más que uno 2: la llegada de la suegra (Santiago Segura, 2020) ⭐️

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