Nuestro último verano en Escocia, comedia gamberra

Existe una demanda de un determinado tipo de cine inamovible con unos propósitos claros que buscan satisfacer unas determinadas necesidades de los espectadores. Este tipo de películas parecen sacadas siempre de un mismo molde y las innovaciones que ofrecen son mínimas o casi inexistentes. Nuestro último verano en Escocia se inscribe en la dosis de humor que necesita la cartelera cada fin de semana para llamar la atención a los espectadores. Pero lejos de encasquetarse en los repetitivos esquemas argumentales y de puesta en escena inamovibles que suelen regentar últimamente todas las comedias, Nuestro último verano en Escocia nos propone una idea gamberra, provocativa pero sin dejar de ser hilarante.

Una familia británica, compuesta por Abi y Doug, padres divorciados de tres hijos muy simpáticos pero muy excéntricos, viajan a Escocia para celebrar el cumpleaños de Gordie, el increíblemente estrambótico padre de Doug. Desde la llegada de la familia a Escocia conocemos que Gordie está en sus últimos momentos e intuimos que morirá pronto, posiblemente antes o durante la celebración de su gran fiesta de cumpleaños. Pero Gordie, huye de todas estas celebraciones e intentar disfrutar de lo poco que le queda de vida con las personas a las que más adora: sus nietos. Por esa razón se los lleva a la playa, a disfrutar de un día soleado. Pero el feliz día acaba finalizando en un acto macabro pero totalmente sincero por parte de los tres niños protagonistas de la película. Explicar lo que sucede rompe totalmente la gracia de la película y animo a los espectadores a que no subestimen el film y a que se den cuenta del potencial de la idea que pone sobre la mesa.

Nuestro último verano en Escocia

Nuestro último verano en Escocia contrapone la decencia establecida por el mundo de los adultos con la inocencia sin ningún tipo de malicia del mundo de los niños. Hasta qué punto es cada una de estas ideas correcta, es la gran duda que despierta la película en el espectador. Resulta difícil encontrarse con comedias con un subtexto tan profundo y filosófico, pero sorprende incluso más que para explicar este subtexto se utilicen hechos totalmente dramáticos pero tratados con un humor muy inteligente.

Pero no es oro todo lo que reluce en Nuestro último verano en Escocia. El film, pese a ser innovador argumentalmente y en el uso del humor sigue sujeto a unos estereotipos fílmicos muy propios del actual cine de comedia. Los padres divorciados que utilizan el viaje para reprocharse cosas el uno al otro pero que realmente siguen queriéndose, la familia feliz que decide afrontar todas las dificultades que se le cruzan por el camino, y el tremendo Happy End con el que culmina la obra, son algunos de los muchos elementos previsibles del film. No se trata tampoco de ninguna revolución estética, aunque goza de unos planeos aéreos de Escocia hermosísimos y una fotografía más o menos “cuidada”. Pero el simple giro argumental que edifica la película es elemento suficiente para entretener al espectador y sorprenderle más que ninguna otro film cómico presente en cartelera.

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