Muchos hijos, un mono y un castillo, yo soy esta

Este año 2017 que vamos a dejar atrás en breve ha visto nacer a un fenómeno, un torbellino llamado Julita Salmerón. Esta mujer, ama de casa y madre del director del documental Muchos hijos, un mono y un castillo, se ha ganado a la crítica y al público sin apenas esfuerzo, siendo fiel a si misma y comportándose de la manera más natural posible. Una soñadora como ella de 81 años vio cumplidos sus tres mayores deseos que eran tener muchos hijos, seis para ser exactos, ser la dueña de un castillo, en Cataluña y convertirse en el ama de un mono que le vendieron como una hermanita de la caridad con modales pero que en verdad era un animal violento y agresivo. A través de sus comentarios espontáneos y sus diálogos sinceros y divertidos con miembros de sus familia como hijos, nietos y esposo, sin guion establecido vamos a conocer la vida de esta señora que vive cada día al límite desafiando a la salud con un exceso y abuso de una comida que puede perjudicarle.

Muchos hijos, un mono y un castillo

Gustavo Salmerón, al que conocimos en los noventa como actor y ahora como director de cortometraje y documentales, se ha ayudado en esta ocasión de diferentes vídeos caseros de la familia para recordar tiempos pasados mucho mejores que estos en los que la crisis ha conseguido arrebatarles alguna de sus posesiones como el castillo en el que ellos han pasado largas temporadas.

Son tantas las historias y anécdotas que Julita puede contar en Muchos hijos, un mono y un castillo sobre sus antepasados, tantos los tesoros que guarda en las diferentes habitaciones de sus hogares Diógenes ¡te ha salido una competidora! que a veces uno puede creer que se lo está inventando todo y que alguien ha colocado objetos a conciencia entre todas las cosas como los guionistas de los programas de la TV con trasteros y almacenes subastados. Nada de eso, cuando uno oye hablar a la protagonista del largometraje en ningún momento surge la duda porque es imposible que alguien mienta tan bien, no se merecería un Goya sino más de un Oscar.

Al final lo de menos es saber cual es su orientación o ideología política, la religión que abraza o las costumbres y rutinas que le acompañan a diario como escuchar cassettes de villancicos o dormir con un tenedor que se alarga y que ella utiliza para chinchar a su marido todas las noches cuando este ronca o respira con dificultad. Tampoco nos importa demasiado las fechas del montaje y desmontaje del Belén familiar, conocer el lugar exacto en el que se ocultan las vértebras de su bisabuela asesinada o la extraña manera en la que ha imaginado el velatorio de su muerte, disfrazada de monja y pinchada por una aguja de tejer punto. Una escena surrealista de Muchos hijos, un mono y un castillo, que podría firmar la artista exiliada Remedios Varo en alguna de sus pinturas, y que, gracias a Gustavo Salmerón, podemos ver en la gran pantalla del cine.

Muchos hijos, un mono y un castillo

Lo de más es pasar una hora y media divertida y alegre, siempre con una media sonrisa en la boca, escuchando a esta nueva Carmina Barrios y eso se ha conseguido con creces desde el comienzo hasta el final con un ritmo que nunca decae y unos personajes secundarios que participan de sus locuras en ocasiones imitando sentimientos y pesares ¡Cuanta sabiduría popular se ha perdido con estas madres de la posguerra! ¡Cuantos remedios de la botica de la abuela nos quedan por descubrir!

Diciembre es un mes que va a traernos una gran cantidad de películas familiares y de temática navideña, un mes que tiene en la comedia el género posiblemente más importante. Son fechas de fiesta y locura en donde puede pasar de todo, donde cabe la posibilidad de que alguien como Julita acabe como invitada de lujo a las precenas del mensaje de su majestad el Rey. Con Muchos hijos, un mono y un castillo la sorpresa de volver a reconocer al gran director Luis García Berlanga está garantizada. No tendremos moros y cristianos pero si ¡una familia disfrazada como caballeros y damas de la Edad Media en pleno siglo XXI! No faltan las armaduras ni los grandes banquetes aunque si que echamos en falta los torneos a caballo y el puente levadizo ¡quizás eso también se lo hayan llevado los ladrones que fueron a la oficina! No se puede tener de todo ¡siempre nos quedará esa Manderley con pavos reales y gallinas!

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