Mi tío, saquemos el Hulot que llevamos dentro

Mi tío es un film dirigido por Jacques Tati que nos muestra la historia de un joven y su familia, la cual reside en un barrio rodeado de un ambiente estéticamente futurista y que es demasiado controladora y poco permisiva. El factor que revoluciona esta rutina en la que vive Gerard Arpel es el hermano de su madre, su tío, el señor Hulot, que consigue hacer la vida de Gerard algo más divertida.

En primer lugar, me gustaría destacar una de las cosas que más me han gustado de esta película, la actitud ejemplar de Hulot, un hombre despreocupado, que se ríe de la vida y de lo que le sucede a él mismo, aunque sea malo, creando un personaje que destaca extremadamente frente a los otros y con una filosofía de vida peculiar. Este filme, con personajes tan distintos entre ellos pretende remarcar el claro mensaje de la gran importancia que se le daba tanto en 1958 como hoy en día a los objetos materiales (esto se ve muy reflejado en la familia de Gerard) en contraposición con lo que pretende transmitir Tati incluyendo en la historia al señor Hulot, que se gana el amor de su sobrino dándole la felicidad que busca compartiendo con el momentos de juegos.

Otro aspecto que deja entrever claras pistas de lo que el director pretende reivindicar con esta película es la estética futurista que tienen los hogares donde vive Gerard y su familia, en contraste con el barrio humilde y sencillo en el que vive Hulot.

Mi tío, saquemos el Hulot que llevamos dentro

Con agudeza y gracia, Tati consigue ridiculizar la grandeza y la complejidad que los personajes pretenden demostrar planteando un humor muy inteligente que permite con chistes cotidianos (como por ejemplo no poder abrir la puerta mecánica de un garaje porque se han quedado encerrados dentro de él) introducir una vez más el mensaje social que pretende defender.

A pesar de ser una película que hace recapacitar sobre el modo de vida que llevamos y la importancia que le damos a aspectos superficiales, es importante remarcar los logros técnicos, que aunque no queden reflejados a modo de espectaculares explosiones o persecuciones, lo vemos transmitido en forma de vestuario decorado y gran simbolismo del atrezo.

En un mundo donde las cosas realmente esenciales luchan por abrirse paso y escalar la montaña del capitalismo y lo superficial, todos deberíamos hacer una reflexión interna y sacar el Hulot que llevamos dentro.

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