Lucy, osadía y poca vergüenza

Hay directores que con la edad van perdiendo garra, amansándose y dejando de lado es ímpetu e inconsciencia que aporta la juventud. Después hay otros que con los años se radicalizan, como no queriendo perder ese halo de espontaneidad que les caracterizó en los inicios. Buen ejemplo de esto último lo tenemos en David Lynch, un director cuya última obra, Inland Empire, suponía una especie de resumen a toda una carrera, un autohomenaje sin ningún pudor.

A la hora de presentar el guión de Lucy, Luc Besson dejó escrito cuales eran sus intenciones, adelantándose a lo que cualquier crítico de cine (esa especie) pudiera decir y, en un apasionante alarde de ego, citándose a si mismo como influencia así como a dos películas tan modestas como Inception y 2001. Lo dicho, que este hombre con la edad no pierde nervio.

Lucy Besson

Por supuesto, hay que saludar la osadía y poca vergüenza de Besson a la hora de ejecutar Lucy: baste decir que en la sala a la que asistí a la proyección (pagada de mi bolsillo, con público normal, no críticos de cine) fueron más que constantes las risas nerviosas, los resoplidos y las idas y venidas de un público que no sabía si lo que estaba viendo era una gran broma de mal gusto o un delirio infumable que se había pasado de pretencioso. Porque claro, Besson no es ni Nolan ni Kubrick, dos señores que dentro de su genialidad no destacan precisamente por su sentido del humor.

Si me preguntáis, os diré que tomarse en serio un delirio como Lucy es darle demasiado crédito a Besson como pensador del cine. Así que lo mejor es dejarse llevar por lo absurdo de su propuesta (a Scarlett le dan una patada en la barriga mientras transporta una droga y se convierte en todopoderosa) y disfrutar de las mil y una peripecias de la nueva heroína bessoniana, una Scarlett Johansson que pasa desde su registro de rubia choni a rubia omnipotente con soltura mientras que Morgan Freeman vuelve a hacer de Morgan Freeman.

Lucy Besson

Resulta curioso poner, por ejemplo, a Lucy junto a Transcendence y ver como una propuesta con muchas características en común en cuanto a intenciones toma rumbos completamente diferentes. Mientras en la de Pfister la acción terminaba entrando con calzador en Lucy forma parte de la trama de forma natural, con un gusto por la diversión sin complejos y sin avergonzarse de estar haciendo algo inusual y loco. Lo dicho, mucho cuidado con lo que veis.

0 comments
  1. Pingback: Bitacoras.com
  2. Pingback: Cine en serio

Deja un comentario

You May Also Like

Festival de Málaga: Diamantes negros

Diamantes negros de Miguel Alcantud nos mete en el mundo de los niños africanos, de Mali en este caso, que quieren triunfar y buscarse la vida en el fútbol europeo. Según…
Ver entrada

Microcríticas: La chispa de la vida

Jamás imaginé que Alex de la Iglesia haría una película tan vulgar como La chispa de la vida. Previsible, evidente en su mensaje, hecha como con desgana. Que sí, que…
Ver entrada

SEFF 2015: La academia de las musas, el intelecto y la emoción

Ocho años después de su silenciosa La ciudad de Sylvia, José Luis Guerín regresa al cine de ficción con toda una película hablada: La academia de las musas. Aquí el director…
Ver entrada