La profesora de historia, anécdota hecha película

Queda claro que hoy en día en el mundo del cine cualquier historia, por muy insignificante que sea, es válida para ser trasladad a la gran pantalla. Parece que solo exista una condición que asegure el éxito de un film, más allá de la calidad narrativa de la trama y los valores que transmite; la realidad. Una historia mínimamente interesante y sorprendente duplica su valor si es real. Como espectadores no deberíamos dejarnos engañar por el calificativo “basado en hechos reales”, porque este calificativo es cinematográficamente absurdo y no aporta nada, simplemente es un hecho anecdótico. Aun así existe un sinfín de buenas películas basadas en hechos históricos y reales. Pero la crítica del espectador al acabar de ver estas películas suele ser: “Oh, qué buena película. Y resulta que además está basada en hechos reales”. Hoy en día parece que la crítica o justificación que valga de un film sea la de: “Esta historia ha sucedido en la realidad. Es sorprendente”, dejando de lado los elementos narrativos y estilísticos que dan calidad a la obra. Aunque duela admitirlo, existe una gran crisis de imaginación y de creatividad en el panorama cinematográfico actual, cómo si no se pudiese realizar una buena película a través de la ficción, pilar del cine que poco a poco se va desmoronando.

La profesora de Historia

La profesora de historia intenta expresarnos dos conceptos que Laurent Cantet ya había expresado en su película La clase siete años atrás. Por un lado nos muestra las extremas complicaciones que sufre el sistema educativo francés a causa de la interracialidad y diversidad cultural de sus alumnos. Y por el otro, nos enseña a un profesor, en este caso la profesora de historia, que ejerce la figura de mediador de problemas fomentando la cohesión entre alumnos y haciendo desaparecer las diferencias culturales y raciales entre ellos. El objetivo que une al grupo de alumnos es ganar un concurso que premia el mejor trabajo sobre “Los niños y adolescentes del nazismo”. Marie-Castille Mention-Schaar, directora y guionista de la película, pone dos grandes realidades en escena: los conflictos de la interracialidad en las aulas francesas y los niños y jóvenes adolescentes víctimas del nazismo. El mensaje es efectivo pero también transmite cierta tristeza, los estudiantes necesitan darse cuenta que existían personas que lo pasaron peor que ellos para solucionar sus problemas. La profesora de historia es una oda al compañerismo, a la amistad, a la superación de las diferencias entre personas. Pero es una oda demasiado fácil y evidente, sin blancos y negros, construida a través de un grupo muy desamparado al principio y muy cohesionado al final.

Con la intención de abarcar demasiados personajes, La profesora de historia no consigue dedicar el tiempo suficiente a ninguno de sus protagonistas. Ni si quiera a la propia profesora de historia es un personaje al que consigamos conocer por completo. Cada uno de los estudiantes responde a una serie de estereotipos: la rebelde, el marginado, el liante…

La profesora de Historia

Poca originalidad existe en una obra que lucha por mostrar unos hechos reales a través de arquetipos fílmicos y que solo consigue mostrarnos un hecho, simple, anecdótico y con un mensaje tan fácil y evidente que acaba por parecer estúpido.

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