«Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles» de Chantal Akerman

Las redes sociales han ardido en este comienzo de noviembre por la publicación de la revista Sight & Sound, editada por el Britsh Film Instiute, de las cien mejores películas de la historia tras las votaciones de más del mil especialistas y críticos de cine. Vivimos en una sociedad donde nos gusta mucho comparar y elaborar este tipo de rankings y siempre debemos cogerlos con pinzas, ya que por mucha objetividad a la hora de elaborar estas listas resulta evidente que el gusto de cada uno es muy personal. Sin embargo es muy reseñable destacar que Jeanne Dielman, la rompedora y novedosa propuesta de la directora belga Chantal Akerman allá por el año 1975, se haya colado como primera en una lista de tal envergadura, en la que han votado cineastas de la talla de Martin Scorsese o Aki Kaurismaki. El mundo avanza y con la entrada del nuevo milenio cada vez es más frecuente que las mujeres talentosas tengan más herramientas y menos impedimentos para acceder al séptimo arte, y es evidente que estas reivindicaciones sociales han llegado también al mundo del cine. Por este motivo creo que también es justo acordarnos de esas cineastas que allanaron el camino a las Claire Denis o Carla Simón como fueron Ida Lupino, Kinuyo Tanaka, Maya Deren o la propia realizadora belga de la que hablaremos a continuación.

Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles

Jeanne Dielman es una obra maestra minimalista que relata sin artificios la insufrible vida de la protagonista, con un tempo narrativo que a su lado cualquier filme de Antonioni parecería un ejercicio de entretenimiento increíble. Precisamente ese es el objetivo de Chantal Akerman, el mostrar la desoladora y monótona rutina que lleva esta pobre mujer, resignada a ser ama de casa sin ninguna otra ambición en la vida. Nos encontramos por lo tanto ante un magistral estudio feminista sobre el vacío existencial de una ama de casa cualquiera.

La cinta narra el día a día de Jeanne, una joven viuda que vive en un apartamento de Bruselas con su hijo adolescente. La película está construida a partir de los denominados «tiempos muertos», mostrando cierto interés por filmar escenas cotidianas y anodinas, consistentes en todas esas tareas domésticas que normalmente se pasan de largo a la hora de realizar filmes modernos. Akerman emplea en todas sus escenas planos fijos y encuadres que quedan fuera de campo, con una cámara que se posa en un punto concreto de algunas de las estancias de la casa, filmando la vida real de Jeanne repleta de tareas banales, desarrollándose todas ellas a tiempo real, que nos hará meternos de lleno en ese piso setentero donde se desarrolla casi toda la película. Jeanne parece comportarse como una mujer a la que hayan vaciado de todo, y su obsesión por repetir todos los días las mismas tareas parece ser un mecanismo de defensa y una forma de evadirse de su triste existencia después de la muerte de su marido. Hasta actúa como un robot cuando ejerce la prostitución en su casa, siempre siguiendo las mismas pautas y costumbres.

Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles

El cine de esta directora belga no es apto para todos los públicos. Si en la mayoría de películas se rehuye de las escenas narrativas que no aportan nada en la trama, Chantal Akerman realiza justo lo contrario, centrándose en la cotidianidad de la vida diaria. La mirada contemplativa de la directora belga sobre su protagonista recuerda a las obras de Eric Rohmer, pero aquí con mucho más énfasis y sin recurrir a momentos dramáticos. A medida que llegamos al tramo final del filme, comprobaremos la evolución psicológica destructiva de esta ama de casa, que cuando pierde el orden en su rutina ya no le queda nada, y así llegamos hasta el sorprendente clímax final.

En definitiva estamos ante una película pesada y soporífera, pero quien busque otro tipo de cine que se acerque a la vida real será correspondido con la magnífica cinta que nos regala Chantal Akerman. Jeanne Dielman es una obra muy humana, pese a lo gélida que resulta a simple vista. Nunca está más reivindicar este cine y recordar que ya había mujeres que muchos años atrás estaban haciendo historia en el séptimo arte.

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