Hipócrates, Anatomía de Grey a la francesa

Tengo que descubrirme ante todos. Esperaba algo más con Hipócrates. No es que la película sea mediocre pero después de saber que contaba con siete nominaciones a los premios Cesar y que más de un millón de espectadores habían visto sus 102 minutos en el país vecino me imaginé que la historia iba a ser sobresaliente y se queda solo en un aprobado raspado. Salí convencido de que acababa de ver un episodio largo de alguna de las muchas series de hospitales que inundan nuestras cadenas de televisión.

Hipócrates comienza pintando los primeros días de un joven interno en un hospital francés. Más tarde descubriremos que se trata del hijo de uno de los veteranos jefazos del mismo, médico igual que él. ¡Esto me recuerda a alguna serie!

Hipócrates

A partir de ese momento nos sentimos identificados con sus rutinas de trabajo, su forma de hacer nuevas amistades, sus primeros problemas solucionados no de la mejor manera, en fin cosas que a todos nos han ocurrido cuando uno llega como novato a algún trabajo. Luego esos problemas se agravan y ahí es cuando la película abandona el tono de comedia para convertirse en un dramón lacrimógeno ¡De nuevo esto me suena!

Dos casos en particular sirven para poner en jaque el sistema médico francés. El director Thomas Lilti se vale de estas dos historias para realizar una denuncia y una crítica al gobierno de su país partidario de hacer recortes económicos en materia de sanidad. Se echa de menos la típica relación amorosa entre compañeros de profesión que tan buenos resultados da siempre en las series y que aquí no aparece y solo atisbamos a ver una frágil amistad entre dos internos, el protagonista y un médico llegado de otro país a realizar prácticas y una alianza entre compañeros cuando las dificultades acechan representada en la huelga improvisada llevada a cabo por el personal del centro hospitalario.

Hipócrates

El director ha querido contar estos problemas que también se sufren en otros países, incluido el nuestro, acercando el film a la actualidad social y política del momento. El que Thomas Lilti haya sido médico antes ayuda a que la narración de los hechos sea más creíble y cercana a la realidad porque sabe de lo que está hablando. Hace más humanas las acciones y reacciones de los protagonistas. Un ejemplo es el uso excesivo que hace de los primeros planos cuando se realiza alguna prueba hospitalaria lo cual nos permite ver el tipo de visión que tienen los médicos de la misma. A través de esas experiencias que él ha vivido en primera persona nos transmite sus propias opiniones sobre la eutanasia o la protección que hay dentro del colectivo médico ante errores mortales.

En definitiva, Hipócrates se queda a medio camino entre lo que quiere ser y lo que es en verdad aportando pocas novedades al género de cine de médicos. Sin duda un título para colocar en la vitrina al lado de series de culto como House, Urgencias o Anatomía de Grey ¡Esto ya lo he visto doctor!

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