Festival de Sitges 2018: Cara B (I)

Repaso a algunas de las películas que llegaban al Festival de Sitges con el papel de secundarias, cintas en las que no había depositadas demasiadas expectativas, que no desbordaban la sala, de las que no había merchandising, aquellas que no requerían de ninguna alfombra roja, las que nadie venía a presentar –si acaso algún productor que quería pasar unos días en Sitges–, las que no encabezaban ninguna lista de Lo que no te puedes perder en Sitges. En definitiva, películas con un amplio margen para la sorpresa. Reseñamos The Night Comes for Us, Expediente 64, Tumbbad y Fuga.

The Night Comes for Us (* * * ½)

El director Timo Tjahjanto presenta con The Night Comes for Us una alocada, excesiva y violentamente satisfactoria cinta de acción que saciará a aquellos que aún siguen esperando una tercera entrega de Redada asesina. La comparativa es inevitable: ambas son películas indonesias de acción brutal y estilizada que cuentan con la presencia de Iko Uwais –en el caso de The Night Comes for Us también se hace cargo de las coreografías–. Recordemos que, además, Timo Tjahjanto y Gareth Evans codirigieron el segmento Safe Haven dentro de la película por episodios V/H/S 2, por lo que esta relación no es, ni mucho menos, arbitraria.

The Night Comes for Us

Ahora bien, si agradecíamos en Redada asesina una trama lineal –vertical– que no lastraba la acción con información innecesaria, la historia de The Night Comes for Us, por su parte, peca de volverse por momentos confusa, banal y contraproducente en su intento de aportar un sustento narrativo complejo a lo que realmente venimos a buscar aquí: la hostia. Sí es cierto que, cuando estas llegan –de hecho, con bastante frecuencia y duración–, la película se convierte en una oda a la danza del mamporro, con todas las connotaciones para el juicio estético que se derivan de este arte físico y sangriento. El guantazo es entendido aquí como un a priori que apela a los sentimientos de placer y dolor. Sobre todo, dolor.

Timo Tjahjanto, finalmente, consigue dotar de personalidad propia a The Night Comes for Us a través de la visceralidad sin ningún tipo de filtro con que dirige la acción –por otro lado pulcramente coreografiada– y la imaginación para encontrar nuevos usos dolorosamente enérgicos en objetos del entorno. Nunca volveré a ver de la misma forma una bola de billar. Es más, creo que nunca más volveré a jugar al billar. Ni a estar cerca de uno.


Expediente 64 (Los casos del Departamento Q) (* * * ½)

Nos encontramos con Expediente 64 ante una nueva adaptación de una obra –homónima, escrita por Jussi Adler-Olsen– que sigue la tradición de la novela negra escandinava; lo cual nos brinda suficientes pistas, antes de comenzar, sobre la trama, el tono e incluso la fotografía que configurarán la película que estamos a punto de presenciar, ya instalados en una determinada predisposición.

Expediente 64 (Los casos del Departamento Q)

Y lo cierto es que el director Christoffer Boe cumple con las expectativas previas que pudiera sugerir su cinta, a la que, además, refuerza y perfila con constantes toques de humor negro esparcidos a lo largo de la trama que de alguna forma subvierten la cargante atmosfera de seriedad y pesadez grandilocuente y pseudotrascendente característica de este tipo de literatura –y las adaptaciones resultantes–.

Uno de los grandes aciertos de Expediente 64 radica, pues, en no tomarse en serio a sí misma. La pareja protagonista adquiere un papel determinante para este fin desmitificador: si bien su relación evoluciona de manera tópica y forzada, el carisma de los dos protagonistas se sobrepone a este hándicap para ganarse el favor de un público que quizá no cree tanto en lo que ocurre, pero sí en a quién le ocurre. El contraste tonal alcanza un equilibro completo en el clímax del filme, donde lo sobrecogedor de los hechos se complementa brillantemente con la hilaridad de las formas.


Tumbbad (* * *)

La avaricia y la fiebre del oro funcionan como motor que mueve la acción en Tumbbad. Vinayak, protagonista de la fábula, vive obsesionado con la búsqueda de un tesoro escondido dentro de las murallas de Tumbbad. Esta fijación lo llevará a iniciar un viaje académicamente estructurado en tres actos que pasa por la repetición, la constante vuelta a Tumbbad, siempre buscando más.

Tumbbad

Lo que en principio parece una estructura narrativa propicia para la aventura y el movimiento continuo, se estanca sin embargo en un denso drama histórico que bloquea dicho movimiento. Como resultado, nos encontramos con que gran parte de la aventura se desarrolla fuera de campo, dejando para visión del espectador aquellos momentos de la acción que suponen puntos de giro o climácicos. La narración se centra, durante una fracción amplia del metraje, en los preparativos de la aventura y en el desarrollo del drama de época que, por otro lado, no tiene el suficiente trasfondo o interés para aguantar el peso de la película.

A nivel visual, Tumbbad destaca por su ambición estética, su tentativa de construir una atmósfera reconocible, un mundo propio y diferenciado que en ocasiones nos brinda unas potentes y bellas imágenes del paisaje de la India que sirve como marco del relato. Fruto de ello ha sido galardonada en Sitges con el premio a mejor fotografía.


Fuga (* * *)

Alicja es una mujer sin recuerdos. Tras dos años desaparecida, su familia consigue localizarla gracias a un programa de televisión, por lo que se ve, sin pretenderlo, arrastrada a su anterior y olvidada vida. No sin cierta reticencia, Alicja tratará de adaptarse de nuevo a su antiguo papel como hija, esposa y madre.

Fuga

De esta premisa parte el guion de Gabriela Muskala –quien se reserva asimismo el papel protagonista– para llevar a cabo una deconstrucción, mediante el recurso de la amnesia, del drama familiar centrado en los conflictos de la pareja y la problemática de la maternidad. El espectador no tiene noticia previa de los lances y dificultades por los que pudiera estar pasando este matrimonio antes de la desaparición de Alicja, sino que estos surgen con fuerza retroactiva a la vez que la protagonista va recuperando progresivamente su memoria, lo cual necesita ineludiblemente de un laborioso esfuerzo por reconstruir unos vínculos que, por otro lado, quizá estaban ya rotos de forma irreparable.

La profunda complejidad psicológica, la fría puesta en escena y –por momentos– fingida excentricidad de las que hace gala Fuga produce, en contrapartida, un efecto de distanciamiento entre el espectador y unos personajes con los que se hace difícil identificarse, incluso aunque sus vivencias aborden de forma directa un tema tan familiar –me permito la redundancia, prepárense– como es el de la familia.

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