Yuli

Festival de San Sebastián 2018 (Sección Oficial/Perlas): «Yuli», «Beautiful Boy» y «Girl»

No podía durar el buen tiempo en San Sebastián, y la capital donostiarra nos ha regalado un par de lloviznas con sirimiri que molestan tan poco como Beautiful boy, pero calan tanto como Girl. Hoy ha sido un día de reencuentros, decepciones y aciertos. Echemos un vistazo a lo que ha dado de sí el segundo día del Zinemaldi (o SSIFF, o «el festival ese en el que una señora al lado te explica la peli», o como se quiera llamar).

SECCION OFICIAL

Yuli (***)

Icíar Bollaín lo tenía difícil para superar su portentosa El olivo, y no se puede decir que no haya echado toda la carne en el asador con Yuli, la historia real de un niño que no quería ser bailarín de ballet pero tenía un talento innato para serlo, su familia y lo que acabó siendo. Su protagonista no es otro que el propio Carlos Acosta (Yuli), que creció entre mallas y sopapos en una Cuba empobrecida.

Yuli

Yuli no es, en absoluto, una mala película: la narración es correcta, a pesar de ser un biopic que aporta poco al género, y cuenta lo que quiere contar de una forma solvente. Tiende excesivamente al subrayado mediante números de ballet que poetizan lo que la película ya nos ha contado o está a punto de contarnos, algo que resulta curioso en sus primeros compases pero termina resultando tedioso cuando no pasan dos escenas sin número de baile por el medio.

Todos los defectos del film se tapan gracias a la relación paternofilial de Yuli con su padre, un hombre abnegado y dedicado a convertir a su hijo en un gran bailarín, pese a los ruegos del mismo (que cree que se convertirá en «maricón»). Sus enseñanzas y frases pausadas son los mejores momentos de una cinta irregular que no pasará a la historia a pesar del abnegado trabajo de Bollaín y Acosta.


Beautiful boy (** y ½)

Pintaba bien la cosa: Steve Carell y Timothée Chalamet juntos en un drama de Felix Van Groeningen, el afamado director de Alabama Monroe. De esta mezcla solo podía salir algo potente, ¿verdad? Bueno, pues Beautiful boy se empeña una y otra vez en enseñarnos que, aunque los ingredientes estén ahí, a veces las recetas no salen tan ricas como deberían.

Beautiful Boy 

El film sigue a David y Nic Sheff, padre e hijo que siempre han estado muy unidos, tras la caída y recaída del segundo en las drogas duras. Beautiful boy nos acompaña por sus mejoras y sus caídas, no dando tregua para la paz de los personajes. Esto no se traduce en unos planos especialmente memorables, o en unos diálogos para la historia, sino en una película plana, ñoña y aburrida en la que ni siquiera los excesos de Nic son nunca excesivamente malos para él (siempre conserva su intelecto y su capacidad de crear, por ejemplo, por mucha sobredosis que se meta).

Este juego del gato y el ratón entre padre e hijo puede resultar memorable durante los primeros compases del film, cuando este aún se está formando, pero después es una noria (en un movimiento circular en el que acabamos una y otra vez en los mismos puntos) en la que nunca sabes si la película, en algún momento, tuvo un final definido. Carell y Chalamet bien, aunque ninguno de los dos debería ganar un premio de interpretación por estos personajes.


PERLAS: Girl (****)

No lo parece, pero Girl es el estreno en la dirección de Lukas Dhont, un director que consigue dotar de una fuerza inusitada a la película, sin dejar en ningún momento su propio tono de voz. También es el estreno de Víctor Polster como actor, elegido entre un casting de 500 adolescentes de cualquier sexo (chico,chica o indefinido) y que fue elegido por su capacidad de cantar y bailar. Su transformación en Lara es un gran trabajo a muchísimos niveles.

Girl

Y es que Girl no es solo la historia de una adolescente transgénero deseando hormonarse para convertir su cuerpo en el de una mujer sin pene, sino también la historia de una sociedad que, bajo una capa de aceptación, sigue teniendo miedo, resquemor y maldad hacia la disforia de género (incluso de la forma más sutil: Lara va a una fiesta con sus amigas y le preparan una habitación aparte). Es aquí donde la película hace daño psíquico al espectador, deseando genuinamente que Lara consiga sus objetivos. No es el único momento en el que la sala se retorcerá de dolor, y hasta ahí podemos leer.

Girl tiene un par de las mejores escenas del año, y una relación casi perfecta entre padre e hija, que navega por la afabilidad pero en la que hay algún reproche oculto. Un retrato magnífico sobre el dolor y la valentía de aceptarse a uno mismo, el aire retrógrado de partes de la sociedad y la paternidad abnegada. Ah, y ballet, por supuesto. No os la perdáis, penséis lo que penséis sobre el tema. No seáis como esos críticos que, a mitad de proyección, se han marchado dando bufidos. El cine abre puertas y mentes, a no ser que tú ya las hayas cerrado con llave.

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