Festival de San Sebastián 2021 (Sección Oficial): «El buen patrón» y «Distancia de rescate»

Y sin quererlo ni beberlo hemos llegado a la mitad del festival. Debo reconocer que en mi cabeza esto iba a ser más parecido a Contagio que a un festival normal, y más allá de unos avisos de seguridad mínimos antes de las películas y de salir al finalizar los títulos de crédito y no antes (algo fácil de hacer a las cinco de la tarde, pero quizá no tanto a la una de la mañana), todo se está desarrollando con exuberante tranquilidad: tanto, que incluso hay algún que otro famoso al que ver por las calles cercanas al Kursaal haciéndose fotos al grito de “No mask!”. Qué sería de nosotros sin el mundo alternativo y absurdo en el que viven los famosos. 

Bienvenidos al cuarto día del Zinemaldi, el único festival en el que vas a escuchar a alguien del Madrid más cerrado intentar decir “Eskerrik asko” poniéndole ganas para que suene autóctono. 

El buen patrón (Fernando León de Aranoa) ⭐️⭐️⭐️½

Cuando El Buen Patrón comienza, lo hace con el CEO de una empresa de básculas subido en todo lo alto dando un discurso sobre los beneficios que acaban de ganar y agradeciendo a los trabajadores su esfuerzo. Porque, al fin y al cabo, forman una gran familia y todo el mundo es feliz en Básculas Blanco. En la siguiente escena echan a una persona con la indemnización mínima por la espalda y a traición. Es el primer chupito de mala leche de una película que quizá sea el mejor Aranoa hasta la fecha. El director no abandona la rabia y la reivindicación sino que la transforma en comedia de enredos… Y entre broma y broma, la verdad asoma.

El buen patrón

Blanco es un empresario clásico, de los de casoplón, familia bien y follarse a las becarias. Y durante una semana verá cómo todo le explota en la cara poco a poco de la manera más divertida posible (para el espectador): muchachas que no son lo que parecen, empleados que se meten en sus líos matrimoniales, manifestaciones unipersonales en la puerta, chavales nazis que empiezan a trabajar en la tienda de su mujer y hasta una báscula que no termina de equilibrarse en la puerta. Día a día vemos un suma y sigue mediante la repetición de estructuras que sube en carcajadas hasta un final maravilloso, el filtro Instagram de la estructura laboral.

El buen patrón, eso sí, falla a la hora de mostrar a los personajes femeninos, que solo sirven como intereses amorosos o sexuales. Aunque está en concordancia con la mente pasada de moda de Blanco, cuando alguno escapa del yugo y consigue redimirse es mediante el chantaje o en base al protagonista. Forma parte del juego de la propia película, pero es verdad que patina y puede llegar a chirriar que una película tan antiliberal y de izquierdas deje a las mujeres tan en segundo plano. 

Por lo demás, mal se le tiene que dar a Bardem este año para no llevarse premios con su papel en El buen patrón: está, además de irreconocible, absolutamente hilarante en cada una de sus intervenciones. Y además lo hace acompañado de gente del nivel de Manolo Solo y Óscar de la Fuente, todos ellos dando lo mejor de sí mismos en cada escena. Una pequeña gran maravilla del cine español que pone sobre la mesa algo que, quien más quien menos, ya sabíamos todos: los empresarios que dicen cosas como “Todos vosotros sois mis hijos” o “Podéis contarme vuestros problemas”, en realidad, son una panda de hijos de puta.


Distancia de rescate (Claudia Llosa) ⭐️⭐️

Distancia de rescate quiere diferenciarse del resto de melodramas arcaicos y pasados de moda del Zinemaldi con una estructura narrativa diferente y rozando de refilón el cine de género. Cuando la película comienza, lo hace con una voz en off que cuestiona los recuerdos de la protagonista y le pide que mire más allá, que se fije en los detalles, que hay algo que se le está escapando. La voz en off será persistente durante toda la película, hasta un punto irritante. Pero no es lo peor.

Distancia de rescate

La película plantea un misterio y lo ceba todo lo que puede. Es un continuo “Ya verás, al final, cuando te contemos lo que está pasando, vas a flipar. Te va a volar la cabeza”. Y a su favor diré que, efectivamente, el mal guion y las escenas repetitivas y aburridas se llegan a pasar por alto esperando ese giro que lo cambie todo y que te ayude a poner cada cosa en su sitio. Efectivamente, ese final es un auténtico bluff que haría encogerse de hombros al más fácilmente sorprendible. Ah, era esto, vale. Bueno.

Aunque la puesta en escena de Distancia de rescate a veces quiere innovar, probar nuevos planos y situaciones, el esfuerzo no va a mayores: es una película plana tanto en lo formal como en lo artístico, donde todos sus logros quedan ahogados por la continua reiteración (¿cuántas veces explican lo que es la distancia de rescate del título en cuestión?), una trama que, siendo sinceros, no es lo suficientemente interesante para justificar su metraje, y un giro sorpresa que, lejos de ser el salvador de la película, termina por hundirla en el pozo de la mediocridad más absoluta. 

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