Festival de Málaga: 321 días en Michigan

Mucho se ha publicitado estos días, al menos en el entorno del Festival de Málaga, que 321 días en Michigan era la primera película a concurso que se había rodado íntegramente en Málaga, como si eso significase algo que pueda afectar a su calidad. Estos extraños gustos por el localismo no deben ser tenidos en cuenta a la hora de valorar una película tan correcta como impersonal.

Un joven entra en la cárcel debido a una serie de delitos financieros pero a todos sus amigos les dice que se va a Michigan a estudiar un master. Partiendo de una premisa tan absurda e increíble, el guión se olvida pronto de este inicio para entregar un drama carcelario con muchos de los lugares comunes propios del género (por suerte no hay ningún alcaide y/o funcionario de prisiones deleznable).

321 días en Michigan podría pasar perfectamente por una película para televisión amable y concienciada, destinada a agradar a todos los públicos con una historia de buenos sentimientos y segundas oportunidades. La película mantiene el ritmo y el interés con suficiente dignidad, así como todos sus actores realizan un trabajo al que no se les puede reprochar nada.

321 días en Michigan

Pero no hay nada en 321 días en Michigan que la haga sobresalir. Le falta hondura y nervio a la película debut de Enrique García para que la podamos tener en cuenta a la hora de planificar su presencia en el palmarés final. Algo más de riesgo y un poco menos de complacencia le hubiese sentado muy bien.

0 comments
  1. Pingback: Bitacoras.com

Deja un comentario

You May Also Like

Festival Márgenes: Las altas presiones, las altas pretensiones

Pese a que ganara el Premio Jurado Campus ‘Las nuevas olas’ a la Mejor Película en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla, y aunque esta vez hayamos podido…
Ver entrada

La religiosa, sonrisas o lágrimas

La Iglesia cristiana no ha sido ni ha actuado siempre igual. Su evolución rápida o lenta, yo no voy a entrar a valorar esto, ha estado condicionada con todo lo…
Ver entrada

El Drogas, cuando se aprende a llorar por algo.

Con 15 años y en Bilbao, los únicos dioses que yo conocía eran las guitarras a todo trapo, las voces quebradas y las letras más o menos contestatarias que me…
Ver entrada