Fancine 2018: Monstrum, las costuras del cine

Una de las premisas del cine clásico norteamericano en los años dorados de Hollywood era que el espectador medio no se percatara de los artificios de la película. Ante todo, la obra debía ser una ventana a otro mundo, coherente y diáfana. Esto es algo a trasladar al guión: arquetipos y sencillez narrativa daban lugar a una estructura legible donde los matices actuaban como guarnición. Hace poco, Mi querida cofradía hizo gala de una regularidad absoluta, ofreciendo una historia de sobra conocida que ocultaba sus costuras. A Monstrum, en cambio, le delata lo evidente.

Monstrum

En una secuencia, Sung-Han, mejor amigo del protagonista y hermano de armas, comenta con tono irónico que el siempre es el segundo por detrás de él. En artes marciales, en destreza, en inteligencia… Parece un comentario meta-narrativo, un personaje dándose cuenta de su rol dentro del universo creado por el demiurgo que es el guionista. Si esta faceta no hubiese quedado en lo anecdótico – más bien en lo accidental – hubiese comprendido mejor la galería de arquetipos que desfilan en este film. Hagamos una lista: el segundón que hace las veces de alivio cómico (aunque gracia tiene poca); el vasallo del rey que es muy malo y quiere hacerse con el trono, el esbirro del malo que no sólo es malo, sino habilidoso; la chica que puede valerse por sí misma, salvo cuando no puede; el protagonista sin personalidad, adalid de la lealtad y el honor, y por último pero no menos importante, el anciano que parece un señor sin más pero que resulta que oculta un secreto clave para los protagonistas aunque se lo calle hasta el momento justo y luego muere para enmendar su error aunque no sirva de nada y al que ni siquiera se molestan en ponerle nombre.

Monstrum es una recopilación de tópicos llevados a desgana, donde la trama y los diálogos explican y justifican lo que vemos en pantalla. No hay lugar para la sutileza, mucho menos para el desarrollo de personajes y menos aún para el carisma, que por no tener no la tiene ni el monstruo. Si hay alguna voluntad de traer misterio en lo que comienza siendo un thriller, desaparece enseguida en pos de llevar la planitud y la transparencia hasta las últimas consecuencias. No hay medias tintas: o bien es predecible o bien el guión no es capaz de callarse nada más de diez minutos.

Monstrum

Una vez más, planitud y claridad. Sencillez en exceso, escasa elaboración. De poco sirven las rara vez satisfactorias escenas de acción frente al errático ritmo de la trama. De poco sirve la destreza de los protagonistas en el combate frente al cutre CGI y la oscuridad de la noche que difumina todo. De poco sirve la reflexión sobre el lado monstruoso del ser humano frente a la banalidad del mal en los villanos. El pacto de los lobos no será recordada como una gran película, pero su retrato sobre el poder aristocrático y la resignación del pueblo en tiempos de Luís XVI al menos cumplía con el aprobado. Monstrum es una triste sucesión de decisiones que me cuesta creer. Estoy seguro de que detrás de esta película existe un equipo ilusionado que creía en ella y que dieron lo mejor de sí a pesar de la evidente escasez de presupuesto. Es por eso que quedo sorprendido al ver un resultado chapucero, una película que delata sus costuras.

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