Nos reunimos con el crítico, director, guionista, ilustrador, hombre del renacimiento Jordi Costa en el pasado Festival de Málaga para hablar de Little Secret Film, de la crítica de cine, del mundo de la producción, distribución y exhibición. Nos acompañó el también kamikaze Chiqui Carabante, director de 12+1, una comedia metafísica y Carlos contra el mundo.
¿Cómo surge Little Secret Film?
Jordi Costa: Es una idea que se le ocurrió a Pablo Maqueda, que es un joven cineasta que trabajaba en Avalon. Little Secret Film es una idea que surge en un contexto de crisis y desaliento ante la imposibilidad de mover y presentar proyectos de una manera convencional. También ayuda que estamos en un momento en el que el acceso a cámaras que te dan una factura técnica casi profesional está muy a mano. En realidad, la idea es que hacer cine es posible y es más fácil que nunca. Esto casa muy bien con el desaliento actual que hay en la industria.
Pablo planteó un manifiesto con diez puntos, que el más llamativo era el de que las películas se tenían que rodar en 24 horas. Después está el hecho de que no hay que escribir guión, que esto no quiere decir que no haya historia, es decir, hay que partir de improvisaciones. Después se cuelga y se estrena libremente en la red. Pablo envió el manifiesto a su libreta de direcciones y lo recibimos unos cuantos que a su vez lo difundimos. El caso es que yo nunca había sentido la vocación de dirigir y pensaba que no servía para esto. De repente el manifiesto me lo hizo ver tan fácil que me animé.
¿Y cómo pasas de ser crítico de cine durante tantos años a ponerte detrás de una cámara?
Jordi Costa: Simplemente lo vi fácil. Sigo creyendo que no tengo ningún talento para hacer estas cosas y después de hacerlo lo sigo creyendo. Pensé que ya que iba a meter la pata, en este plan sólo la iba a meter un día. Siempre me ha dado mucha pereza el tema de los guiones. Tengo amigos que trabajan en el mundo del guión y han acabado escribiendo veintipico versiones de un mismo guión que al final no se ha terminado haciendo. Yo había hecho relatos breves, guiones de comics, libros colectivos pero el cine lo veía como algo inaccesible más que nada porque es un proceso demasiado largo y me bloqueaba verlo desde fuera. Pero esto lo planteamos casi como un juego. La parte mala es que es una cosa hecha con prácticamente cero euros, nadie ha cobrado y eso no es lo deseable. Es un juego al que podemos jugar una vez, pero me altera un poco tener a muy buenos actores y actrices, un buen montador, un buen operador y que no hayan cobrado nada, me parece injusto. Pero sí que todos estamos contentos de la película que hemos hecho y de cómo se ha ido difundiendo.
Después han empezado a surgir cosas como que un canal como Calle 13 se haya interesado y hayan llegado a un acuerdo para microproducir trece películas más. La etiqueta Little Secret Film es libre y la puede usar quien quiera, mientras cumpla las reglas del manifiesto. A Calle 13 le ha gustado el concepto y quiera aportar su grano de arena.
¿Esta experiencia tuya detrás de la cámara te ha hecho ver o valorar de otra manera todos tus años de crítico?
Jordi Costa: Es una buena cura de humildad que quizás todo crítico debería hacer alguna vez. De repente te das cuenta de que en el fondo sabes muy poco, a pesar de ser un espectador especializado. De repente se te plantean dudas tan básicas como si el siguiente plano que vas a rodar va a montar perfectamente con el que acabas de rodar. Lo que pasa es que mi trabajo consiste en hacer críticas, con lo que de repente no te conviertes en un crítico benigno al que todo le parece bien porque sabes que es muy complicado. Al contrario, al haberlo hecho te preguntas si realmente no sería más fácil que viésemos más películas personales si el entramado industrial no comprometiera tanto. Luego como espectador echas de menos un cine más libre, más lírico o más personal.
Me altera un poco tener a muy buenos actores y actrices, un buen montador, un buen operador y que no hayan cobrado nada.
Tú tienes muchos amigos en esto del cine, ¿cómo llevas el tema de ser crítico de cine y a la vez amigo de cineastas? ¿Has tenido alguna vez que criticar la película de un amigo o conocido pensando que te iban a dar una paliza cuando te viesen?
Jordi Costa: Siempre intentas ser lo suficientemente educado para que la paliza no tenga lugar. Sí que es verdad que hay muchas susceptibilidades, y a mi me han pasado las dos cosas: desde películas con las que he sido duro y luego me he encontrado con el director que no tiene ningún problema, y luego con directores a los que solo les has puesto un matiz y de repente son muy susceptibles. Eso es incontrolable y va por temperamentos. También es comprensible. Una crítica nunca va a encajar con la película que tenía en la cabeza el director porque una crítica es una lectura personal de un tipo que está sentado en una butaca y lo ve bajo sus circunstancias. Tampoco es que tenga yo una vida social a lo Mastroiani en La dolce vita. Voy a pocas fiestas, voy a pocos festivales, sí que tengo amigos directores y al final se trata de ser educado, que al leer una crítica no parezca que el crítico quiere matar al director, que a veces lo parece. Yo intento no ser vehemente pero es inevitable que siempre haya algo que siente mal a alguien. Porque siempre en cualquier película, ya sea barata o cara, hay mucha implicación personal y emocional. Es un hijo y que te digan que es feo pues no sienta bien.
Luego te das cuenta que incluso las películas que a ti te parecen más indiscutibles y que más te sorprenden tienen reparos para otros. Siempre hay un espectador negativo hasta de la película más maravillosa.
Hemos tenido la oportunidad de asistir a varias ediciones de festivales como el de Málaga o el de Sevilla donde encontramos diferentes propuestas desde enormemente arriesgadas a otras más asimiladas a la escueta industria del país. ¿Creéis que se hace en España un cine que arriesgue más allá de lo convencional?
Chiqui Carabante: El Festival de Cine Europeo de Sevilla tiene un perfil muy diferente al del Festival de Cine Español de Málaga. También tienen una agenda, la agenda de Cienfuegos como director y eso se nota, aunque este sea su segundo año. Lo que se elige en el Festival de Málaga es lo que yo llamo la ribera de la industria, lo que quiere ser industrial. El Festival elige dar voz a esos autores en vez de a propuestas quizá más fallidas pero quizás también más interesantes y más arriesgadas. Prefiero algo que no termine de ser redondo pero que aporte una nueva mirada a algo que quiera parecerse a una película de presupuesto y que suene a ya vista.
Jordi Costa: Yo creo que en el cine español están pasando cosas precisamente por este colapso de la industria en el que parece que solo tienen cabida megapelículas como Lo imposible o producciones kamikazes como Gente en sitios o Diamond Flash. El problema es que lo de en medio se está quedando deshabitado y eso no es nada deseable en ninguna filmografía. Además hoy en día las superproducciones están muy condicionadas por una televisión que está detrás y que solamente espera resultados económicos. Es perverso que una televisión se involucre tanto en la creación cinematográfica porque acaba deformando las posibilidades en lo que yo quiero poner en mi cadena. También existe gente como David Trueba que pasa de un cine más dentro de la industria a Madrid 1987 que está realizada completamente al margen. O como Jonás Trueba con Los ilusos. Ambas películas han tenido después una distribución distinta a lo convencional y esto ha provocado que la industria les castigue. Que están pasando cosas buenas es un hecho y pienso que hay más motivos para ser optimistas que pesimistas. El gran problema es cómo profesionalizar a todo este efectivo de talento que está surgiendo.
Al escribir una crítica hay que ser educado, que al leerla no parezca que el crítico quiere matar al director, que a veces lo parece.
El año pasado leía que en Portugal sólo se habían producido diez película entre largos y documentales. Lo curioso era que esas diez producciones estaban dando la vuelta al mundo por numerosos festivales…
Chiqui Carabante: No te sabría decir si en España se hacen demasiadas películas o no. Pero el principal problema lo tenemos en el acceso del público a estas películas. Las televisiones se están haciendo películas a medida y no están dejando al público ver otra cosa. Pero tú no puedes ir a una televisión con un proyecto raruno y esperar que te den dinero para producirla. Antena 3 hace Combustión y Telecinco Lo imposible, en eso es en lo que se quieren gastar el dinero. Pero están dejando de lado una pata que es el acceso al público a otro tipo de películas. Además hay un evidente divorcio entre el público y el cine español, supongo que será culpa de los dos como en toda pareja que se divorcia. Tenemos ejemplos como el de Isaki Lacuesta que gana en San Sebastián el premio a la mejor película con Los pasos dobles y después no va nadie a verla.
Nosotros hemos distribuido nuestra película 12+1, una comedia metafísica en 10 ciudades, aparte de en festivales. Cada estreno de la película en cada ciudad ha sido planteado como un evento donde se presentaba y se hacía un coloquio. Pero eso tampoco es un sistema que se pueda realizar todo el tiempo.
El año pasado se presentaron en el Festival de Málaga dos producciones como El mundo es nuestro y Carmina o revienta que destacaron por proponer nuevas vías de distribución y exhibición. Pero seguiré defendiendo que el caso de Carmina y revienta no sirve como ejemplo…
Chiqui Carabante: La cantidad de descargas en Filmin de la película de Paco León no puede servir como ejemplo para nadie. Eso no es un modelo de industria, como no lo es el crowfunding. Eso se puede hacer la primera vez, pero no sé si cuando hagas la segunda peli puedes llamar al mismo equipo y ofrecerle las mismas condiciones.
Jordi Costa: En todo eso también han surgido conceptos que son nebulosos e inquietantes, como el de sueldo diferido. Un caso de esto es la producción de El Cosmonauta, que sólo ofrecía sueldos cuando la película comenzase a dar beneficios. Y otro concepto inquietante es el de capital simbólico, es decir, haciendo esta película no ganas en capital real sino en visibilidad. Igual si yo nunca he dirigido una película y me quiero meter en el mundillo ese capital simbólico me interesa, pero a la segunda ya no cuela. Ese es el gran problema a resolver, cómo conseguir que esto no se convierta en un hobby.
Chiqui Carabante: Además las películas no están saliendo tan baratas. Si no le pagas a alguien y no lo contabilizas estás dando una cifra errónea cuando digas cuando ha costado la película. Puedes decir que El mundo es nuestro ha costado 100.000€ pero en realidad ha costado mucho más porque hay muchos costes que no se han pagado.
Hay que hacer el esfuerzo de entrar en cada película según sus propias normas. Hay que dialogar con las claves de cada propuesta concreta.
Jordi Costa: Piccolo Grande Amore, mi primer Little Secret Film costó 600€ pero eso es una mentira, eso no es lo que ha costado en realidad. Lo que costó 600€ fue el catering, los discos duros y las cuatro cosas de atrezzo que compré. No cobró nadie, con lo cual la película vale más de 600€. Pero claro, si yo pongo mi película aunque sea a un precio de 10 céntimos no habría tenido los más de 10.000 visionados que ha tenido. También estamos en un país donde la inversión en consumo cultural nunca ha estado demasiado bien valorado, la gente prefiere gastar en otra cosa antes que en cultura. Pero cómo vamos a acusar a nadie si todos estamos limitados y con muy poco dinero para consumir nada. Yo hace dos años me podía comprar más libros que ahora.
Cambiamos de tema. Tú eres un crítico al que sigo desde hace bastante tiempo desde mis primeros Fotogramas. Siempre me gustó esa mezcla que haces entre saber valorar grandes producciones mainstream pero también cine más selecto y a contracorriente.
Jordi Costa: Lo deseable sería que todos los críticos de cine pudieran hacer eso, tampoco creo que yo sea el único. En la profesión hay ciertas sinergias. Yo doy clases de crítica de cine y a veces lo noto en los alumnos, les dices que hagan la crítica de una comedia de Adam Sandler y todos miran para otro lado y no quieren que les toque a ellos. Ahí suelo pegar la bronca y me rebelo contra el prejuicio que puedan tener. Hace poco discutía con un alumno que tenía que escribir sobre una película de Schwarzenegger. Pero es que una película de Schwarzenegger no es un concepto estable, las hay excelentes, buenas, mediocres, malas y malísimas. En concreto, esa película era la primera película americana de un director coreano de prestigio. Y con Adam Sandler pasa igual, no nos tenemos que quedar solamente con que haya hecho una película con Paul Thomas Andersons sino que dentro de sus películas de más comedia pura hay muchas que están muy bien. Yo creo que cuando tienes que escribir una crítica no tienes que valorar si esa película es excelente en términos absolutos, sino que si una comedia de Adam Sandler o una de acción de Jackie Chan cumple con sus objetivos. Hay que hacer el esfuerzo de entrar en cada película según sus propias normas. Hay que dialogar con las claves de cada propuesta concreta. Si te pones con que Dreyer es lo excelente y que todo lo demás es una basura tu vida de crítico se convierte en algo muy jodido y limitado.
Hay un sector de la crítica al que le gusta mucho polarizar y que en cuanto un cineasta de los suyos adquiere algo de repercusión pública ya no mola: un sector para el que Haneke o Malick ya son demasiado mainstream.
Jordi Costa: Afortunadamente estos tópicos de la crítica están evolucionando y cambiando. Creo que en eso el reloj generacional es muy interesante. De repente hay nuevos talibanismos, pero también hay gente que se está incorporando que ha consumido de todo, que se formó con el cine-espectáculo de los 80 y luego se han ido acercando a un cine más de autor. Lo interesante es darte cuenta que el lenguaje del cine evoluciona tanto gracias al autor más radical y austero como a las nuevas formas de experimentar con el espectáculo. Esa vieja definición de cine europeo versus cine americano, cine mainstream versus cine de autor habría que revisarla profundamente. Cada vez hay más figuras que son muy difíciles de encasillar: Gus Van Sant, Michael Winterbotton, Danny Boyle, Steven Soderbergh, ¿qué son? ¿autores o esbirros de la industria? Tenemos películas como Iron Man 3 que en la vida podrías imaginar que fuese una película de autor: es una película donde se nota la mano de su director y guionista, Shane Black, sin perder el sentido del espectáculo y el entretenimiento. ¿Son los Batman de Nolan cine de autor o es una franquicia impersonal? Me inclino más por lo primero, son películas con mucha carga autoral y es de agradecer que la industria del espectáculo ponga dinero en manos de estos señores.
Para terminar pedimos a Jordi Costa que nos firmase un ejemplar de Monstruos Modernos para nuestros lectores. Puedes conseguir el ejemplar firmado participando en nuestra selección de Las Mejores Películas de 2013.
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