El editor de libros, dos mentes maravillosas

Coincidiendo con la publicación en España de la biografía del talentoso editor literario Max Perkins de A. Scott Berg es adaptada al cine la colaboración y relación que mantuvo este hombre con uno de los grandes novelistas norteamericanos de la primera mitad del siglo XX. El editor de libros viaja hasta Nueva York de los años treinta para presentarnos a Max Perkins quien trabaja para la famosa editorial Charles Scribner´s Sons. Ante él llega, un inexperto y también genial escritor, Thomas Wolfe con ganas de comerse el mundo. Como ya hiciera en anteriores ocasiones, Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway son un ejemplo, no solo se compromete a desarrollar su ingenio sino también a ser su crítico personal, su gestor, su agente y finalmente un amigo y el padre que nunca tuvo, el suyo murió en 1922.

El editor de libros

El ángel que nos mira, primera novela de éxito que escribió Thomas Wolfe con 29 años, hizo que se conocieran y comenzaran esa extraña amistad consolidada poco tiempo después con la segunda obra titulada Del tiempo y el río. Perkins consiguió sacar lo mejor de él, corrigiendo sus notas y aconsejándole de la mejor manera posible para que se convirtiera en uno de los mejores escritores de su generación. Por desgracia el ángel se convirtió en diablo traicionando el hijo al padre cuando se le subió el éxito a la cabeza. Atrás quedaron las noches de fiesta en locales donde se oía música jazz, las conversaciones con vistas mágicas o maratonianos días de trabajo donde ambos se olvidaron de todo, incluso de parejas e hijos. Mientras que uno de ellos se comportaba como un niño grande, mujeriego y excéntrico, poseedor de un alma libre como creador, el otro responsable de él lo cuidaba y velaba para que no se apartara del buen camino. Al final en la cabeza del egocéntrico Wolfe gana la batalla el diablo y decide abandonar a su mentor y descubridor para ir en solitario, una mala idea que lo deja a la merced de las malas y pasiones y las peores decisiones. Ni siquiera el amor de su compañera sentimental, una actriz de teatro puede guiarle a la senda correcta en esta nueva y última etapa de decadencia. Junto a Nicole Kidman, una secundaria de lujo, acompañan a Colin Firth y Jude Law otros rostros conocidos de la cinematografía actual como Guy Pearce o Laura Linney.

En El editor de libros se nota la influencia de las artes escénicas, hay que recordar que el director británico Michael Grandage es productor teatral, no solo en la presencia de la bella Aline Bernstein y sus montadas escenitas o ataques de celos fingidos sino también en los diálogos que se establecen entre los dos protagonistas donde salen a la luz los pensamientos más secretos e íntimos de ambos. No se puede olvidar que Thomas Wolfe estudió en la universidad de Harvard dramaturgia bajo la dirección de George Pierce Baker o que allí creo y estrenó algunas piezas teatrales como Las montañas.

El editor de libros

El excelente director de fotografía Ben Davis muestra en El editor de libros algunas de las mejores puestas de sol vistas en el cine en este drama que hace salir del oscurantismo a un hombre del que poco se sabía y que sin embargo merece ser recordado. A menudo son los escritores los que se llevan la gloria y quedan relegados a un segundo plano o desaparecen de nuestro conocimiento los editores, a veces como esta, verdaderos creadores. Rechazan lo que no vale, se quedan con lo que importa y publican finalmente the best of the best.

Después de numerosos viajes a Europa y andanzas en solitario Thomas Wolfe acabó solo, enfermo de neumonía en el Hospital Johns Hopkins en Baltimore. En sus últimos días se acordó de sus mejores años, cuando Maxwell Perkins entró en su vida. Con una carta pidió perdón por lo malo que dijo y que en realidad no pensaba y agradeció la ayuda prestada, una declaración escrita del gran valor que tiene el trabajo de los editores, verdaderos inventores de genios.

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