Drive, otra época en los tiempos presentes

Últimamente empiezan a sonar tambores ensalzando la década de los 90, posiblemente de fuentes igual de inquietas que las que se aburrieron de repetirnos que la década de los 80 fue la mejor (seguramente hasta ver la degeneración de Alaska y cosas como Almodóvar) Drive es uno de esos intentos de hacer una película de otra época en los tiempos presentes, un intento bastante notable, debo añadir, aunque no siempre se obtienen estos resultados, o no siempre son necesarios, y este comentario queda abierto a interpretación.

Drive no es mas que la típica película de los 90 sobre un tipo duro, de pasado desconocido, que parece esconder más de lo que habla, y no es que estos se caractericen por hablar demasiado, que se ve envuelto en una situación que él no busca, y por la que tendrá que incumplir su código de conducta. Si, lo sé, sé que acabo de incumplir mi máxima de no describir el argumento, pero es que estas películas son todas iguales, demasiado iguales, así que tampoco os he contado nada que no sepáis o que podáis identificar con otra película ¿cierto?

 

 

Lo que hace especial Drive, es que determinados tópicos son llevados al extremo, muy al extremo, causando confusión, y dejando de lado elementos que a priori parecen importantes en la trama. Ryan Gosling y su nueva faceta de ‘machote malote’ me tiene un poco desconcertado, porque pese a mantener facciones adolescentes, se nota que tiene un estilista que se gana su sueldo, ya que al tipo no le puede sentar mejor la ropa que lleva en todo momento, incluso con esa imposible cazadora brillante con un enorme escorpión en la espalda, un detalle mas que hace de ésta una película de los 90.

Respecto al resto de actuaciones, sólo caben destacar las de Ron Perlman y Bryan Cranston, más por su talla como actores que por la importancia de sus papeles, ya que en esta película, todo el protagonismo lo atesora Gosling y una casi permanente presencia en pantalla. Encuadres perfectos y casi hipnóticos y perfectamente complementados por una banda sonora muy bien seleccionada, todo esto merito de Nicolas Winding Refn, como director; aunque debo decir que las notas prolongadas para conseguir intensidad en escenas donde el protagonista mira al horizonte las creía superadas.

La canción de los créditos iniciales, con esa tipografía estilo graffiti de color rosa, la búsqueda de ceniceros en un restaurante por parte de Cranston, o la ropa de Gosling, son entre otros, detalles que le dan esa estética de los 90 que antes comentaba.

Lo mejor: La selección musical, los planos evocadores y excelentemente rodados y todo el estilo retro, sobre todo en los coches, me fascinan los muscle cars y aparecen todo el tiempo.

Lo peor: No me creo a Gosling de tipo duro, y no me parece mal actor, solo que no da el perfil.
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  1. Lo único que he visto de Goslyng es «Lars y una chica de verdad». Me pareció lo más cándido del universo. Ahora está hasta en la sopa. Habrá que aprovechar cual quinceañera tras Bieber. Y tal.

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