D’A Film Festival Barcelona 2019: «An Elephant Sitting Still», el yugo de la esperanza

Existen pocas películas tan demoledoras como An Elephant Sitting Still. Cuando uno termina de verla puede llegar a comprender porque el joven director se suicidó al terminar tan portentoso debut. Esta película es una representación de las clases bajas, de la imposibilidad de progresar, de la desesperación por encontrar un cambio y mejorar aun sabiendo que esto es una utopía irrealizable. Los protagonistas de la cinta están atados a un gran peso que les impide avanzar, una losa de la que quieren huir pero de la que no pueden escapar. Parece que esta losa este representada por la propia cámara, pegada a los protagonistas a través de largos planos secuencia; no importa que caminen, corran o intenten desaparecer, esta siempre les persigue haciendo notar su aliento en el cuello. 

An Elephant Sitting Still

An Elephant Sitting Still narra al modo Vidas cruzadas (aunque ambas películas no tengan nada que ver) los sucesos que viven varios personajes durante un día en los suburbios de una ciudad. Entre ellos tenemos a un abuelo al que quieren encerrar en una residencia, un que protagoniza un accidente dentro de su escuela, una joven que lidia con una madre irresponsable y se refugia en la casa del subdirector de la escuela, un gánster traumado por el suicidio de un amigo… Todos estos personajes están unidos entre sí y ambos comparten una misma inquietud, huir a una ciudad famosa por un elefante que permanece sentado día y noche. La estupidez en la que los personajes sostienen su esperanza no deja de reflejar perfectamente el sinsentido de la huida imposible a unas desgracias que les corroen por dentro y forman parte de su ADN. Aun así existe algo de compasión en el reconocimiento que los personajes pueden tener entre ellos, al fin y al cabo no están solos, aunque todo en sus vidas pueda ser devastador.

No es casualidad que Béla Tarr fuese mentor y amigo del cineasta chino. Hay muchas cosas en las que se puede reconocer el peculiar estilo del cineasta húngaro. Tanto en el exhaustivo retrato de la pobreza y las luchas diarias de la clase baja como en la forma de filmarlas. Los seguimientos de los personajes a través de largos planos secuencia son herencia directa de Tarr.

An Elephant Sitting Still

An Elephant Sitting Still te zarandea durante cuatro horas para luego abandonarte en una sensación completa de desasosiego. Sensación que incrementa al ser conscientes de que Hu Bo acabó con su vida poco después de terminarla. No existe mejor legado para removernos las entrañas, algo que no acostumbramos a pedirle al cine pero que es sumamente importante. 

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