Corazones de acero (Fury), en la mezcla está la cosa

Todo está inventado. No lo digo yo, bueno en este caso sí, pero es más que un hecho (It’s a fact que dirían los poseedores del B2) que Hollywood cada vez está más necesitada de buenas ideas, o al menos más arriesgadas en el planteamiento de su cine.

A medio camino entre el riesgo y la monotonía surge Corazones de acero (si sigues teniendo el B2 puedes llamarla Fury y no hablemos más de la espeluznante traducción que han hecho de la película) una película que nos devuelve a Brad Pitt a una incansable lucha contra los nazis.

Abría esta crítica con el ‘todo está inventado’ porque hacemos el goloso juego de sumar películas para ver que resultado nos da, en esa ecuación, para obtener esta, deberíamos sumar Salvar al soldado Ryan y a Training Day. Tal vez eso sea porque son las películas que más tenemos en el imaginario colectivo, pero el director y guionista David Ayer, lleva haciendo la misma película desde que empezó (y ahí tenemos Harsh Times, Dueños de la calle y Sin tregua) y ahora solo ha tenido que añadir el ingrediente de la II Guerra Mundial para obtener el resultado deseado.

Corazones de acero

Pero estoy divagando. Corazones de acero, sin hacer nada del otro mundo, entretiene y divierte. Esta vez podemos ver las aventuras de un grupo de hombres a bordo de un tanque luchando contra un agobiado ejército nazi en los últimos días de su existencia. ¿Qué tiene que aportar al género o a las películas sobre la II Guerra Mundial? Pues salvo porque la oda a la mierda que llevan sus protagonistas encima, solo se salva un punto de vista más crítico y poco caballeroso del ejército americano en tierras extrañas, más amantes de matar y echar un calipo al aire con una moza alemana, que por liberar a toda una nación del yugo opresor de un señor alemán. Esto, contado de esta manera, es sin duda su gran baza, ya que de una vez por todas intenta desmitificar las guerras buenas.

Aunque bueno, también tiene sangre, violencia al límite, grandes escenas de acción y a Shia Lebouf, con lo cuál yo me conformaría con eso.

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