Annette de Leos Carax

Annette, el exceso por el exceso

En Make Happy, el magnífico espectáculo de stand-up que supuso la retirada de los escenarios de Bo Burnham (que ha vuelto este año con su obra maestra Inside), Bo Burnham se dirige hacia el público al final de su actuación, cantando “Puedo sentarme y fingir que mis mayores problemas son las latas de Pringles y los burritos. Lo cierto es que mi mayor problema eres tú. Quiero complacerte, pero quiero ser fiel a mí mismo. Quiero darte la noche que te mereces, pero quiero cantar lo que pienso, y me da igual lo que te parezca. Parte de mí te quiere, parte de mi te odia, parte de mí te necesita, parte de mí te teme, y no creo que pueda ocuparme de esto ahora”. La mezcláis con Problematic, de Inside, y ya tenéis el resumen de Annette, canciones incluidas, sin tener que invertir dos horas y veinte de camino por el desierto aptas solo para los muy cafeteros.

Annette de Leos Carax

Vaya por delante que no disfruto del cine de Leos Carax: por ejemplo, Holy Motors se me antoja una extraña autofelación y Pola X es una pretenciosidad aburridísima. Así que si eres un aficionado irredento ni leas esta crítica, porque vas a disfrutar la película seguro. Pero había algo sobre Annette que me daba esperanzas: el musical, la parodia del stand-up, Adam Driver, Marion Cotillard… Y, al final, me ha dejado dos sensaciones agrias: la de que no soy lo suficientemente listo para disfrutar esta película y la de que con Carax jugamos desde la crítica al cuento del rey desnudo, atribuyéndole méritos que no son suyos

Annette tiene mi arranque favorito de este año: cinco minutos de metacine en el que se nos presenta a los personajes al ritmo de una canción pegadiza (‘So may we start?’). La siguiente media hora es absolutamente excesiva en el buen sentido: la música es buena, la puesta en escena espectacular, los personajes actúan como montados en un cóctel de fama, amor e incomprensión: cada segundo es fascinante. A estas alturas de la película, estaba montado en la montaña rusa con destino a donde me llevara.

Y, de repente, Annette se estanca. Todas las canciones empiezan a sonar a la misma canción (lo que está muy bien cuando una película dura una hora y media, como en Los paraguas de Cherburgo, pero dos horas y veinte de la misma tonadilla es una pesadilla), todas las letras empiezan a repetirse, la relación de los dos protagonistas no es comprensible y la maravilla excesiva de sus primeros minutos se convierte en una carga pesada para la propia película, que tiene que fingir amor continuo por la grandilocuencia. Al final, tanto afán por rodar una especie de musical definitivo termina por lastrar muchísimo una película a la que le falta foco y alma.

Annette de Leos Carax

A nivel técnico es una película increíble, sin matices: el diseño de Annette como extraña muñeca humana es sobrecogedor e increíble (además de actuar como subrayado de la crítica que la película hace a los niños actores), los efectos visuales y decorados son perfectos. Y a nivel artístico, Adam Driver realiza su fabulosa y patentada interpretación de señor con problemas mientras que Marion Cotillard lo borda como esposa que sabe que su marido no es de fiar.

Entonces, ¿cuál es el problema? Es una película que, en su afán de ser definitiva y definitoria, intenta abarcar todo. Por un lado, critica al público actual y su bamboleo constante de opinión, que tan pronto adora a alguien como afirma odiarle con todo su corazón. Henry McHenry, “el simio de dios”, afirma aborrecer a su audiencia desde su primera aparición en un extraño espectáculo de stand-up guionizado y filmado por alguien que, supongo, nunca ha visto un espectáculo de stand-up. Por eso, cuando “sube el nivel” con chistes machistas y racistas para intentar provocar y el público le da la espalda, solo sirve para que se reafirme: sí, el público debe ser estúpido, porque no me entiende. Nada que no veamos todos los días en Twitter, por otro lado. ¿Os acordáis de lo que os contaba sobre Bo Burnham y su relación con la audiencia? Pues exactamente eso, pero con un tono más grave y también menos sensible y real.

Esta relación con su audiencia (provocada por espectáculos de stand-up que, repito, ni Leo Bassi sería capaz de perpetrar) le lleva a caer en comportamientos de amor tóxico y peligroso en presencia de su hija recién nacida. ¿Sinceramente? Entiendo las alabanzas, pero no está bien llevado. El personaje es estridente, innecesariamente cartoon, problemático, haciendo que la persona del escenario se coma a la de la vida real, enamorado de la visión que Ann tiene de él más que de la propia Ann. Ann, por cierto, es un personaje absolutamente vacío: toda la profundidad que la película le da va en base a Henry, y este solo la ve como espejo de la mejor versión de sí mismo.

Annette de Leos Carax

Todo esto culmina en un momento simbólico en el medio tiempo de la Superbowl que, si estás dentro, te resultará impactante y soberbio, y si llevas una hora totalmente fuera, te parecerá un giro superfluo y facilón. Creo solemnemente que en Annette queremos rascar más de lo que hay porque nos negamos a que la película sea así de sencilla y falle el tiro tantísimo

Sé que no es lo común en el mundo de la crítica, pero, sinceramente, a estas alturas no hay nada que demostrar: Annette es un espectáculo de pirotecnia de dos horas y media que a partir de los primeros treinta minutos intenta repetir sin éxito esos fuegos artificiales que nos maravillaron al principio. Leos Carax te presenta una sopa deliciosa y luego no para de sacarte platos de sopa y te baña en una piscina llena de sopa hasta que lo último que quieres es volver a ver sopa en tu vida. Es excesiva en el mal sentido: en el de la película que cree que tiene algo muy importante que contar pero no se da cuenta de que la realidad ya la ha superado por todos los lados. 

Henry McHenry es una mezcla de Leo Bassi, Louis CK y Bo Burnham sin ningún talento, Ann es una cantante de ópera querida por todos pero cuya personalidad no se desarrolla, el público es inconstante en su amor y Henry se vuelve como las maracas de Machín. Ah, sí, y Simon Helberg aparece por ahí añadiendo una trama que por momentos me recordó a Pecados del pasado, la infame saga de The Amazing Spiderman que daba un giro ridículo a su relación con Gwen Stacy (que se supone que lo cambiaría todo y de la que, por cierto, nadie en Marvel volvió a hablar).

Un batiburrillo de canciones similares, tramas obvias y diálogos deficientes envueltos en un lazo muy bonito. Imposible.

Annette (Leos Carax, 2021) ⭐️⭐️

Annette de Leos Carax

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