X-Men: Primera Generación, cine con clase

«Podría haber hecho algo cien veces mejor que la película que se hizo con X-Men 3. Suena arrogante, pero yo podría haber hecho algo mucho más emocionante y con más corazón. Me van a llamar la atención por decir esto, pero es lo que realmente creo.» Matthew Vaughn

Con estas seguras palabras hablaba Matthew Vaughn de X-Men: La Decisión Final, película que estuvo a punto de dirigir. Y viendo X-Men: Primera Generación hay que darle la razón completamente. Su seguridad en si mismo y la vuelta de Bryan Singer, productor y autor de la historia, a la saga mutante nos ha devuelto al buen camino tras los traspiés que supusieron X-Men: La Decisión Final y X-Men orígenes: Lobezno.

Situada en los años 60 y con la Guerra Fría como contexto histórico X-Men: Primera Generación no sólo coge lo mejor de las dos primeras X-Men sino que utiliza los referentes de la época que van desde las primeras películas de James Bond hasta la reciente Mad Men. Vaughn recupera la profundidad de los personajes sin renunciar en ningún momento a una sobria y elegante espectacularidad. Que nadie se vaya a pensar que esto es un rollo psicológico, aquí hay acción, peleas, tiros, aviones, portaaviones y misiles. Pero también hay personajes, cosa que es de agradecer.

Dos más que solventes actores interpretan a los líderes de los mutantes Charles Xavier y Erik Leshner. El escocés James McCavoy compone un Profesor Xavier canalla e incluso mujeriego que le aporta un muy agradable sentido del humor a la película. A pesar de que el personaje termine resultando un pesado con tanto buenismo, McCavoy salva este escollo de forma notable. Pero el que se lleva el sobresaliente es el alemán Michael Fassbender. Obviamente, el personaje de Leshner es más jugoso en su conflicto de ser leal a su amigo Xavier, sus ansias de venganza hacia Sebastian Shaw (excelente malvado interpretado por Kevin Bacon) y su desprecio hacia la raza humana que tan mal le ha tratado. Fassbender transmite toda esa rabia y fragilidad haciendo que comprendamos en todo lo que se convertirá Magneto posteriormente. Auguro un gran futuro a este actor si no se tuerce en sus decisiones.

Tal y como hizo Singer en su momento, Vaughn consigue canalizar tanto el aspecto geek de los aficionados del comic como la vertiente mainstream del profano. Pero ya han pasado once años desde la primera película y el público está más que habituado a los superhéroes y los personajes de comic. Por eso ya se pueden poner trajes azules y amarillos sin miedo a parecer ridículos.

Matthew Vaughn juega con todas las piezas como si de un tablero de ajedrez se tratase, situando a cada personaje en un punto de no retorno con la vista puesta en futuras entregas que si siguen el camino trazado aquí pueden ser realmente sublimes. En conclusión, un gran paso adelante esta nueva entrega de X-Men. Esperemos que aprendan de los errores cometidos.

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