Tu hijo

Tu hijo, mi querido desconocido

¡A José Coronado le toca comerse otro marrón! El director Miguel Ángel Vivas que anteriormente se había especializado en largometrajes de terror ahora cuenta con él para el papel de un padre que trabaja como médico en un hospital andaluz, cum laude en responsabilidad y dignidad que se convierte en un monstruo para intentar impartir su propia justicia en un caso que tiene a su hijo Marcos como protagonista y víctima. No había tenido suficiente con perder a un hijo en Contratiempo, ahora el doctor Jiménez es obligado a ver como se apaga la llama de alguien a quien ama y por el que haría cualquier cosa, como saltarse todas las leyes o convertirse en un vengativo ciudadano que observa estupefacto la dejadez y poca profesionalidad de la policía.

Tu hijo

Este nuevo Bruce Willis va a darse un voltio por la ciudad investigando por su cuenta y buscando pistas que le conduzcan al culpable o cupables de su tragedia, comprobando que en realidad la vida de Marcos es muy diferente a como él se la imagina, quitándole la careta a un hijo ejemplar que a veces no lo es tanto. Searching hace unos meses incidía en este tema, el del padre que descubre la falsa realidad y mundo que se ha formado con respecto a su hija, usando la tecnología moderna como chivata de pistas concluyentes. Ahora se ha cambiado el ordenador y las redes sociales por vídeos grabados en los móviles y las confesiones de palabra que son más cercanas y menos manipulables.

A través de varios planos secuencia seguimos los pasos de este pobre hombre en su camino al trabajo, alguien al que parece importarle muy poco al principio ninguno de los sucesos que ocurren a su alrededor y que se cuentan a través de las noticias dadas por radio pero que luego reacciona violentamente cuando uno de ellos le toca personalmente. Es uno de los nuestros que desde la distancia no empatiza con ninguna desconocida víctima pero que luego toma cartas en el asunto dejando a un lado a las comparsas hija y mujer, Ana Wagener quien vuelve a interpretar a su esposa.

Tu hijo

Aquí no hay dolor rico o dolor pobre, ni ramos de flores que compren silencios o acallen gritos de dolor e impotencia. El ser humano tiene la curiosa habilidad de no retroceder según que circunstancias y no rendirse jamás viniéndose arriba cuando la razón que nos mueve es muy poderosa. El miedo no hace cobarde a este médico en los bajos fondos de la ciudad y su dinero compra casi cualquier cosa, tanto como la dignidad de una persona o su vida. Los padres en todo momento defenderán a sus hijos, cegados por el amor, sean o no los monstruos que sospechan o ven, vigilando su ignorancia, espectadores maniquís de buenas o malas artes.

Tu hijo es un thriller español oscuro y demasiado real o cercano que consigue tenerte en numerosas ocasiones pegado a la butaca alargando las escenas de suspense como un chicle elevando su grado e intensidad, a través de la música, tanto en los protagonistas como en los espectadores. El final de cada una de ellas está ya escrito pero no así su forma, como cierta pelea en un baño o conversación dentro de un automóvil que recuerda tristemente a un suceso ocurrido en nuestra realidad. La violencia emerge en cuentagotas, rauda y veloz para finiquitar lo que antes se había estado cocinando, sirviendo de válvula de escape a todo el nerviosismo contenido, algo muy tarantiniano.

Tu hijo

Son muy modernas las cámaras que captan casi cualquier cosa que escapa al ojo humano, las zapatillas que son regaladas todos los días del padre sin celebrar o las aplicaciones de móvil que sustituyen a un caro detective privado y muy antiguas las reacciones humanas de un padre para con los agresores de su hijo, el amor familiar o el sentido de justicia que muchas veces se ve asaltado por error en juicios e investigaciones demasiado ligadas a la razón y poco al corazón.

Estamos mudos, sordos y ciegos pese a que ahora contamos con más lenguas, más oídos y más ojos que antes. Esta es realidad que nos toca vivir, la globalización que debería hacernos más humanos pero que en verdad puede llegar a convertir a un médico salva personas en un asesino sin escrúpulos armado con un bisturí. Esto no va de lecciones de moral sino de reacciones evidentes y ahí si que el director ha dado en el clavo o ha operado con éxito.

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