Terror Molins 2017: COMPULSIÓN, aburrimiento antinatural

Después de la proyección de Compulsión en el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei, su director y guionista Ángel González coincidió conmigo en los baños del cine. Él estaba orinando mientras yo esperaba pacientemente mi turno. En un momento dado, quizá por medir yo mal las distancias y acercarme más de la cuenta, me dio la sensación de que Ángel llegó a salpicarme un poco. Este acto que acabo de describir me dio menos asco que el de haber visto su película.

Compulsión

Aparentemente, su productora Shock Film Factory pretende dedicarse a producir más cintas de terror/thriller españolas. Pero, viendo el resultado de Compulsión, uno desearía que quebrasen inmediatamente y que todos sus trabajadores encuentren un lugar mejor en el que dedicar su tiempo y esfuerzo. Sin maldad alguna, de buena fe lo digo, estoy seguro de que hay formas más honradas, productivas y enriquecedoras con las que ganarse la vida.

Si alguna vez habéis querido ver una peli que combinase el guión típico del peor telefilm alemán y unos diálogos dignos del fanfic más ñoño sobre Sara y Lucas de Los Hombres de Paco con las ínfulas estéticas del instagramer más pretencioso e insufrible del planeta estáis de enhorabuena. Compulsión ha sido creada para satisfacer todos vuestros inconfesables deseos. Para el resto de seres humanos del planeta, lo mejor será abstenerse.

La primera hostia es visual: unos créditos iniciales cutrísimos acompañados por una canción insufrible (que juraría por la gloria de mi madre que la ha compuesto e interpretado el propio director) hace que nos demos cuenta enseguida de que nos encontramos ante un cine bastante low-cost. Por desgracia, es de ese cine low-cost que no suple su carencia de medios con ideas brillantes, buenas actuaciones y/o talento tras las cámaras.

Sin contar a su protagonista, una Marina Esteve que hace lo que puede, el resto del reparto roza el ridículo más absoluto. La corona se la lleva Paco Manzanedo, que si ya en manos de Jaume Balagueró nos dio la intepretación más insustancial de la cuarta entrega de [·REC], no os queráis ni imaginar lo chungo que puede llegar a ser a las órdenes de Ángel González. Al lado de Manzanedo, Costas Mandylor en las secuelas de Saw es el villano más carismático y aterrador de la historia del cine. Por si fuera poco, el abominable guión está plagado de frases artificiales que ningún ser humano sería capaz de pronunciar con naturalidad. ¡Como si necesitasen ayuda para hacerlo peor!

De cortísima duración, pero sin que lo aparente en ningún momento. El ritmo es lentísimo, lo cual no es algo malo per se, sólo cuando en pantalla no ocurre nada lo suficientemente interesante como para justificar el recrearse tanto en su propia parsimonia. Y ese es su mayor problema: que lo que ocurre no interesa. Y no interesa porque ya lo hemos visto. Mil veces antes, mejor rodado, mejor interpretado, en variantes mucho más originales e imprevisibles.

Lo más triste de Compulsión es que las poquísimas ideas propias que tiene son realmente buenas. Lástima que estén plasmadas de una forma tan chapucera. Sintiéndolo mucho, una película que (SPOILER) incluye un asesinato cometido clavando un test de embarazo en el ojo de la víctima —y, creedme, suena mucho mejor de lo que es— no puede permitirse el lujo de ser tan aburrida.

Una cosa sí que le concedo: la escena final es muy graciosina.

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