Sitges 2015: Vulcania, distopía prototípica

La ciencia ficción y en concreto el subgénero de la distopía no es un tema que haya tenido demasiadas representaciones en el cine español. Por eso sorprende en cierto modo que Vulcania, ópera prima de José Skaf con actores de la talla de José Sacristán, Aura Garrido o Rubén Ochandiano, sea un film que genere su discurso en torno a esta idea. Teniendo en cuenta que actualmente las carteleras se llenan de películas en relación a la distopía vinculadas a un target adolescente como las sagas de Los juegos del hambre, El juego de Ender o Divergente, no hay que quitarle cierto oportunismo al film. De todos modos Vulcania apuesta por una trama densa y dramática alejada del universo teen por el que apuestan este otro tipo de películas. Su principal encanto reside en un atmosfera que tiñe la película de atractivo y cierta originalidad pero que al mismo tiempo, en vez de resultar un valor añadido de la trama, acaba quitándole todo el protagonismo. Vulcania se centra tanto en construir el ambiente distópico que se olvida de generar un argumento que trascienda este ambiente, que sea imprevisible y que sorprenda al espectador.

Vulcania

El encanto de la distopía que propone la película reside en todos aquellos factores que oculta o no acaba de desvelar por completo al espectador. Nos encontramos en un poblado dividido por dos grandes clanes o familias cada uno de ellos liderados por un hombre. Todos los habitantes viven bajo el miedo de salir al exterior, miedo infundado por el personaje que encarna el siempre magnífico José Sacristán, que acaba resultando ser un pelele manipulado por los líderes de los clanes. Los habitantes de este poblado trabajan única y exclusivamente en una fundición creando piezas metálicas. Los protagonistas, Jonás (Rubén Ochandiano) y Marta (Aura Garrido), se ven unidos tras la muerte de sus familiares en una extraña explosión más allá de la inquebrantable frontera que separa el pueblo del mundo exterior. Jonás, que posee el extraño poder de controlar el metal con la mente, descubrirá que los líderes de los clanes abusan del pueblo para ganar dinero vendiendo el metal en la ciudad, con el agravante de que ni Jonás ni el resto del pueblo saben que significa dinero y ciudad. A partir de este momento la película se centra en todos los esfuerzos que realiza Jonás para sacar a Marta del poblado y enviarla a la ciudad mientras asume su condición de héroe que en realidad ha de salvar a todo el pueblo.

El principal punto débil de Vulcania es una trama que es la esperada y previsible por la puesta en escena planteada y que está resuelta a través de tópicos. Su encanto reside en las incógnitas sobre el mecanismo del mundo ficcional propuesto. En primer lugar la película es imposible de situar temporalmente. No sabemos si pertenece al pasado, al presente o a un futuro lejano. El único elemento que nos delimita un poco el momento temporal en que sucede la acción es la mostración en un determinado momento de billetes de euros. Aun así desconocemos por completo a que tiempo en concreto evoca la película. Por otro lado quedan muchísimas incógnitas por resolver relacionadas sobre todo con los motivos internos que han impulsado a los malvados líderes de los clanes a crear un poblado con sus propias reglas a partir del cual enriquecerse. También suceden otras preguntas sobre las razones de la división en familias/clanes o los demás mecanismos que rigen el funcionamiento de esta sociedad falsa. Todas estas cuestiones proponen la necesidad de un espectador activo que saque sus propias conclusiones y acabe de rellenar los huecos.

Vulcania

Por último cabe destacar que las películas distópicas que realmente funcionan son aquellas que sobre todo están relacionadas con la figura del director. En el cine más de autor y experimental es donde realmente surgen las verdaderas innovaciones y las verdaderas grandes películas distópicas. Autores como Terry Gilliam con Brazil o Doce monos o Ridley Scott con Blade Runner (probablemente la mejor película sobre futuros distópicos de la historia) son los que realmente han sabido experimentar con el género a partir de sus propias preocupaciones y obsesiones. Aun así, el hecho de que sean películas de elevado coste hace comprensible la apuesta por unas tramas más comerciales y tópicas, algo en lo que desgraciadamente peca Vulcania.

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