Muestra SyFy 2017: Día 2

¡Las cosas buenas, como vienen se van! Y en el caso de la Muestra SyFy, solo son tres días que saben a poco pero que envuelven a Madrid de buen cine. Y de mal cine. Y de aberraciones sin control. Y, por lo visto, de personas que creyeron que 31 era un lugar maravilloso para mejorar su práctica onanista. Y de bodas en directo. Y de aplausos a la luna. Y de nuevos memes creados este año (“¡Cuba!” puede ser el nuevo “¡Shepard!” que se repite desde hace unos años). En todo caso, la Muestra SyFy es un evento imprescindible, para el que solo queda recomendar a los novatos (si nos estáis leyendo) que eviten la sala 1 y se metan a ver las películas en la sala “mandanga free”. Entrar de cabeza en la Muestra no puede ser bueno para ninguna cabeza. Dicho esto, ¡vamos con el repaso a las películas de las últimas dos jornadas de este año!

La vida de Calabacín

Muestra SyFy 2017
Como ya comenté en su visionado en el Zinemaldi, La vida de Calabacín no es una película para niños. No os dejéis llevar por su modelado, su stop-motion, sus diseños y sus colores: es una historia adulta, cruel, que trata sobre malos tratos, abandono, soledad y frustración infantil. Los protagonistas son un puñado de niños huérfanos que intentan sobrevivir en un ambiente hostil, y que solo a duras penas pueden hacerlo. La película, aun siendo bonita y teniendo una animación magnífica (que fue premiada con la nominación a los Oscar de este año), se hace algo larga, y deja el poso de que quizá hubiera valido más la pena como cortometraje. Pese a todo, un recomendable film que (las cosas, como son) no pinta mucho en esta muestra.

The good neighbor

El formato found footage no está pasando por su mejor momento. Tras el descalabro de Blair Witch y las secuelas de Paranormal Activity, la mayoría de los directores están optando por contar sus historias de otra forma más adecuada a los tiempos que corren. The good neighbor, sin embargo, decide contar la mayor parte de su historia con este truco narrativo. Más o menos tiene sentido: En la película, dos chavales deciden modificar los comportamientos de un vecino anciano instalando cámaras en su casa y molestándole un poco para ver qué ocurre. El problema es que, cuando salen ellos, también es “metraje encontrado” usando una excusa pobrísima: Uno de los protagonistas lleva siempre una cámara encima y lo graba todo. Ugh.

Muestra SyFy 2017
No es solo que no nos podamos identificar en ningún momento con los protagonistas (¿cómo apoyar a un par de adolescentes que se dedican a atosigar y maltratar a un señor mayor poniéndole cámaras por su casa?), sino que la película se encarga de contarnos, desde el minuto 1, que un crimen sucederá en ese casa y los chavales irán a juicio por él. Así, el propio film evapora toda tensión posible, dejando el resultado final como una extraña mezcla en la que no nos queda otra que encoger los hombros y tratar de disfrutar lo más que podamos del viaje. The good neighbor se queda a medias de todo lo que pretende: no es sorpresiva, no es emocionante, no es novedosa, no es interesante. No es tremendamente mala, pero se podría haber hecho mucho mejor. Para el montón de la mediocridad.

I am not a serial killer

Esta es una película ciertamente arriesgada: Corre el riesgo de que el personaje principal, un adolescente sociópata sin empatía que piensa en matar gente, nos caiga fatal. Y, sin embargo, consigue que, al final de la película, apoyemos sus acciones y entendamos mejor su personalidad, mucho más compleja de lo que parecía en primer lugar. Y es que I am not a serial killer no es una película de sangre y vísceras por doquier, sino de matices, de la persecución a un asesino en serie, de estudiar los límites de la sociopatía y de dar corazón y alma a personajes que no suelen tenerlo.


Para ello contamos con las estupendas interpretaciones de Max Records (¿os acordáis del niño de Donde habitan los monstruos? Bueno, pues ha crecido) y Christopher Lloyd, que hace un estupendo papel y demuestra que la edad (ya va para los 80 años) solo le ha mejorado. No todo es bueno en esta película: en su recta final, toda la sutileza e interés se pierde por un extraño giro en el guión que parece proveniente de otra película muy distinta, y que rompe totalmente la suspensión de la incredulidad del público. Salvando esta extrañísima parte, el resto de la película no solo cumple, sino que, además, es muy recomendable. Una de las mejores películas de la Muestra, por derecho propio.

Pet

Esta es otra película más que podría haber sido mejor y se queda en un simple retrato a brocha gorda de dos personajes raros y marginales que, en el fondo, descubren que necesitan la psicopatía del otro para sobrevivir. En este caso es la bonita historia de chico que se obsesiona con chica, y chico que mete a chica en una jaula para animales. El problema está cuando no queda claro cuál de los dos es el que está realmente preso. Oh, la psicología.


El gran defecto de Pet es que, siendo una película que va in crescendo, termina justo cuando el espectador quiere saber qué va a pasar después. No habría estado mal recortar parte del primer y el segundo acto, y contarnos algo más sobre ese final, que deja un sabor de boca agridulce. ¡Ah! El protagonista es Dominic Monaghan (El señor de los anillos, Perdidos), pero no creáis que eso hace que las actuaciones de la película hagan nada más que cumplir y ya está. Decente, pero olvidable.

31

¡¡Señora!! ¡¡Ha llegado Rob Zombie, señora!! ¡¡Psicópatas, sangre a raudales y un guión escrito por un preadolescente obsesionado con el cine de terror chungo!! ¿Qué le pongo? ¿Cuarto y mitad de enanos nazis? ¿El típico desnudo ocasional? ¿Machetes? ¿Una trama que ni se explica, ni ganas de hacerlo? ¡Rob Zombie está aquí para servirla! En fin. ¿Por dónde empezar con la película que hizo que un espectador se masturbara viéndola durante la Muestra? Diciendo que a Rob Zombie le habría encantado.


Y es que en 31, el director quiere ser tan especial, tan único, tan diferente, tan underground y tan radical que no es ninguna de esas cosas. Al contrario, ofrece una película para impresionar a adolescentes (no lo niego, a los 15 años me habría alucinado) y aburrir a los que esperábamos ver algo del Zombie de Halloween. Al final, el argumento (unos jóvenes están metidos en una casa y unos psicópatas van tras ellos mientras gente rica apuesta quién sobrevivirá) da para lo que da, y ni el estilo visual de Zombie ni el gore puede salvar este desastre.

Fatal.

(CONTINUARÁ…)

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