Guardianes de la galaxia, cuando éramos inocentes

Cuando en 2012 Marvel anunció que iba a realizar una película sobre Guardianes de la galaxia la mayoría nos rascamos la cabeza preguntándonos quienes eran estos tipos y qué pintarían dentro del llamado Marvel Cinematic Universe. Pocos meses después tuvimos la noticia de que el elegido para llevar a cabo tal empresa sería James Gunn, viejo conocido del cine basura debido a sus guiones para la Troma (Tromeo and Juliet, Citizen Toxie: The Toxic Avenger IV), la saga de Scooby-Doo, director de Super y del segmento del gato celoso en Movie 43, película que no dejamos de recomendar y de la que algún día fundaremos el club de fans (nos enorgullece saber que muchos de nuestros lectores, los más listos, nos hacen caso y supieron apreciarla). Y así seguíamos rascándonos la cabeza, pensando que en Marvel se habían vuelto majaras y que el tema este de un grupo espacial formado por un humano, un mapache con pistola, un árbol andante, un señor muy cachas y una señorita verde se les iba a ir de las manos. Pero no, en Marvel Studios saben bien lo que hacen y aunque últimamente parezca que son unos necios al haber sacado a Edgar Wright de Ant-Man, este año se han propuesto dejarnos con la boca abierta con la magnífica Capitán América: Soldado de invierno y estos Guardianes de la galaxia que culminan el mejor año de la historia de Marvel, en cuanto a calidad se refiere, claro.

Lo primero que hay que decir de Guardianes de la galaxia es que es una película entretenidísima como hacía tiempo que no se veía: Gunn consigue que la progresión de los personajes vaya a la par de la historia sumándole la compleja tarea de la presentación de un universo que nos era completamente desconocido. La vertiente cósmica-espacial de Marvel sólo la habíamos intuido levemente en Los vengadores, sobre todo en el cameo de Thanos en la escena final. Aquí, nos encontramos en el terreno de los mil planetas y razas alienígenas que parecen salidos de la Cantina Mos Eisley.

Guardians-of-the-Galaxy-Team-Photo-High-Res

Por supuesto La guerra de las galaxias es la principal referencia de Gunn a la hora de construir este universo. Pero la primera, el Episodio IV, el que nos encandiló cuando éramos inocentes. Pero ya no somos inocentes, ya se encargó George Lucas de mearse en nuestros recuerdos, por eso Gunn tiene que tirar del cinismo y la ironía de los chistes referenciales, sobre todo en boca de un soberbio Chris Pratt que escupe one-liners con maravillosa soltura, como el que respira. Es tal el carisma y la presencia de Pratt en su papel de Peter Quill que si yo fuese una quinceañera con las hormonas desatadas estaría forrando mi carpeta con fotos del actor (¿siguen las quinceañeras forrando carpetas con fotos de sus ídolos?). El resto del reparto no se queda atrás con un Dave Bautista lleno de rabia y dolor y una Zoe Saldaña tan amenazante como inteligente.

Mención aparte merecen los trabajos de Bradley Cooper y Vin Diesel como el mapache Rocket Racoon y el árbol Groot. El primero insufla al pequeño animal de un poso dramático que aunque presente en el guión de Nicole Perlman y James Gunn es potenciado por su interpretación hasta extremos sublimes. Enumerar sus escenas más potentes sería caer una serie de spoilers, pero si alguien me llega a decir hace un tiempo que me emocionaría con un mapache me habría reído en su cara. Y ya lo de Groot es pura poesía. No es sólo que la interpretación de Diesel, tanto en voz como en captura de movimiento, transmita humanidad por los cuatro costados sino que al personaje se le regalan varias de las escenas más bellas de la película, una serie de momentos de tal hermosura visual y narrativa que permanecerán en la retina del espectador por mucho tiempo. Obviamente, y disculpen si esto les parece un atisbo de superioridad moral, recomiendo encarecidamente la visión de Guardianes de la galaxia en rigurosa versión original, cualquier otra cosa será un sucedáneo de este párrafo.

Guardianes de la galaxia

Tal y como acabo de decir, los actores de Guardianes de la galaxia están perfectos y eso es por supuesto gracias al enorme corazón puesto por Perlman y Gunn a la hora de componer los arcos argumentales de estos cinco perdedores que tienen que enfrentarse a sus propios demonios para combatir al malvado Ronan, el acusador. Al contrario de lo que pasaba en la disfrutable pero menor Thor, el mundo oscuro, Guardianes de la galaxia consigue avanzar en los vericuetos de su trama con suficiente solvencia para que no nos mareemos con una retahíla de explicaciones aburridas ante lo que es claramente un macguffin. De todos modos, lo que sí debemos tener claro es que todo el tema este de las gemas del infinito terminará culminando bien en la segunda parte de esta película, anunciada ya desde dos semanas antes del estreno, o en la tercera de Los vengadores, ya se verá.

Con Guardianes de la galaxia volvemos al cine de aventuras con humanidad netamente ochentero, a ese entretenimiento con corazón que hizo de esa época una febril década que nos dejó películas como En busca del arca perdida, Golpe en la pequeña China o El secreto de la pirámide, poseedoras del espíritu de un tiempo en el que éramos inocentes. Y todo ello con una mirada actual, nostálgica pero sabedora de que no basta con echar la vista atrás que ante todo hay que mirar hacia adelante para construir un futuro lleno de maravillas como esta décima película de los Marvel Studios. Un 10 para la 10.

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