Americana Film Fest: GOLDEN EXITS, problemas en Brooklyn

Alex Ross Perry es el gran nombre del Americana Film Fest de este año. Por un lado el certamen ha decido dedicarle una retrospectiva de su filmografía en la Filmoteca de Catalunya y por otro, ha podido contar con su presencia para la presentación de su último film, Golden Exits. Alex Ross Perry forma parte de un grupo de cineastas estadounidenses adheridos a un cine independiente que poco a poco va calando y teniendo un importante impacto entre los espectadores e incluso la propia industria. Dentro de este grupo de artistas encontramos a directores de la talla de Noah Baumbach (amigo del cineasta) o Greta Gerwig recientemente nominada a los Oscars por Lady Bird. Estos cineastas encuentran en películas con presupuestos ínfimos comparados a los de la gran industria de las majors el lugar donde volcar su talento.

Golden Exits

Se podría decir que Alex Ross Perry antes de ser director de cine es guionista, y concretamente un dialoguista formidable. Tiene una amplia destreza para que sus personajes expresen sus emociones ante problemas aparentemente cotidianos de una forma coherente y, aunque no siempre lo consiga, veraz. En este sentido Golden Exits es una película sustentada principalmente entre los diálogos que encabezan por parejas los diferentes personajes del film. Es un retrato coral de personajes todos conectados entre sí aunque ellos no lo sepan. Entre estos personajes destaca el de una joven extranjera australiana que llega a Brooklyn para trabajar en un convenio de prácticas. Su relación con su jefe, su mujer, la hermana de su mujer y un amigo de la infancia que casi no recuerda son los pilares de la narración. Es interesante la cadencia lenta con la que está estructurada la película, los personajes aparecen en diferentes escenarios donde actúan pero sobre todo hablan, y todas estas secuencias están separadas por fundidos a negro que marcan una experiencia hasta cierto punto hipnótica.

El problema está en el contenido de estas conversaciones, todas marcadas por una visión nihilista e infeliz de la vida ante unos problemas que aparte de no evolucionar a ningún lado, son intranscendentales y con los que es difícil conectar plenamente. El resultado es que la estructura, personajes y relaciones de Golden Exits, en un principio muy interesantes, van perdiendo atractivo a pasos agigantados. La impresión de que nada avanza a ningún lugar y que ya esta todo dicho cruzada la primera media hora de película sitúan al espectador en una situación incómoda en la que aunque vea personajes que a priori dicen cosas interesantes, ya no los quiere escuchar más. Aun así debemos seguir teniendo mucha esperanza en el talento de Perry, sobre todo en su forma de dirigir y la forma con la que sus personajes hablan y se relacionan. Talento que pronto podremos constatar en su primera incursión como guionista en la gran industria de la mano de la adaptación de Disney a imagen real de Winnie the Pooh.

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