Malos tiempos en El Royale

Festival de San Sebastián 2018 (Sección Oficial): MALOS TIEMPOS EN EL ROYALE, BLIND SPOT y TIEMPO DESPUÉS

El telón cae un año más sobre San Sebastián: apenas quedan por proyectarse las películas ganadoras de los premios (y otorgar los premios en sí mismos) antes de tener que esperar un año para el siguiente SSIFF (o Zinemaldi, o «Como gane Angelo ya verás como nos reímos todos», o como lo quieran llamar). Pero este festival no deja respiro hasta el último día. Cuando todo parecía perdido, han venido a rescatarlo cantantes hechas actrices, planos secuencia infinitos, referencias a Tarantino y limonadas. ¡Vamos a verlo!

SECCIÓN OFICIAL: Malos tiempos en El Royale (*** y ½)

La primera secuencia de Malos tiempos en El Royale, la nueva película de Drew Goddard (La cabaña en el bosque), es toda una declaración de intenciones: buena música, ritmo exquisito y sorpresa final. A partir de ese momento, la película encadena una serie de escenas ritmosas, hechas con gusto y deleite, en las que varios personajes comparten techo en el mismo hotel de mala muerte, repleto de secretos y de delitos que se están cometiendo al mismo tiempo. Como si de una serie se tratase, Goddard introduce cliffhangers al final de cada núcleo argumental, lo que hace que el público siempre esté pendiente de la trama.

Malos tiempos en El Royale

Vidas cruzadas hasta la médula, sorpresas absurdas, música absolutamente deliciosa… La primera hora y media de Malos tiempos en El Royale es hipnótica, a pesar de los intentos obvios de Goddard por homenajear a Tarantino en situaciones, planos y diálogos. Se le perdona por ser el caramelito que es. Y, cuando todo parece a punto de terminar, el filme introduce otro punto de giro más que se carga buena parte de lo que ha pasado hasta ese momento. 

Malos tiempos en El Royale es una película maravillosa hasta que se transforma en otra y deja de serlo, con un personaje que no tiene carisma ni personalidad y cuya única labor en la trama es hacer que avance a marchas forzadas. El tercer acto renquea hasta llegar a un final donde el sabor de boca de los primeros compases no se ha ido del todo, pero se diluye demasiado. Una pena, porque Goddard parece saber perfectamente lo que está haciendo con el film hasta esta resolución, que, además de copiar a Tarantino, lo deja todo terminado sin el mismo bombazo de la propuesta inicial. Ay. 


Blind Spot (***)

Una película rodada al completo en plano secuencia puede que no sea una gran novedad (Timecode o El arca rusa ya lo hicieron a principios del siglo XXI), pero sigue siendo sorprendente y portentoso hoy en día. Blind Spot son más de 100 minutos de plano secuencia a tiempo real, una idea que podría ser magnífica… Si no fuera por la naturaleza de la película, un drama de mucho llorar y en el que los silencios llenan la pantalla.

No tiene nada de malo querer mostrar el dolor en su forma más natural, y Blind Spot lo consigue a la perfección: por ejemplo, la cámara sigue a uno de los personajes durante todo un trayecto en taxi en el que no hace más que llorar. Representa la ruptura emocional y el daño estupendamente, por mucho que, como espectadores, lo que más sintamos de todo sea un profundo bostezo. 

Aunque estos planos contemplativos dominan el metraje, no son pocos los hallazgos que encontramos en el mismo: el cambio de ritmo tras encontrar la tragedia, las interpretaciones de todos los actores sin excepción, la maestría para seguir a unos o a otros… Al final, Blind spot es más un valioso ejercicio de producción y dirección que una película que vaya más allá de su técnica. Otra vez será.


Tiempo después (** y ½)

Por José Luis Cuerda movería la tierra de su órbita. Por José Luis Cuerda me tiraba en parapente encima de un volcán. Por el mago que nos trajo Amanece que no es poco, Total, La lengua de las mariposas o El bosque animado se hace lo que sea. Y si, después de 23 años, quiere volver al universo amanecista (la última fue Así en el cielo como en la tierra), las puertas están más que abiertas. Pero hay algo en Tiempo después que no termina de funcionar, por más que yo estuviera deseando que lo hiciera.

Tiempo después

Quizá sea que nada más empezar la película, uno de los personajes dice, con acento inglés, «Este alcalde se toca las pelotas», forzando la comparación, o que el mecanismo humorístico más repetido del film es ese en el que un personaje que no debería dice algo muy culto y enrevesado. Hasta el hartazgo. Cuando funciona, Tiempo después es de sonrisilla lateral. Cuando no, es un desastre. Y es una pena, porque la metáfora del capitalismo (muy, muy obvia) podría funcionar, pero no cuando quieres mezclar churras con merinas y poner a medio reparto en una situación relativamente imaginativa pero con unos precursores demasiado lejanos.

Para el recuerdo, prácticamente nada: no hay frases míticas ni momentos que no parezcan impostados. Este es un Cuerda queriendo ser el Cuerda de hace 30 años, en lugar de dejarse llevar por el Cuerda de hoy en día. Porque, pese a todo, todos somos contingentes, pero él es necesario. 

 

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