la tortuga roja

Festival de San Sebastián, día 1: LA DOCTORA DE BREST, TONI ERDMANN y LA TORTUGA ROJA

Otro años más, las luces se apagan en el Kursaal. El público espera impaciente que, este año sí, las películas caigan más en el balance de lo bueno que de lo malo. A partir de ese momento, una semana de cine ininterrumpido empieza en San Sebastián. Es el Zinemaldi, y estamos dispuestos a contároslo enterito. Lo bueno, lo malo, lo regular. Sinceramente, viendo el balance de este primer día solo podemos esperar auténticas maravillas del resto de Zinemaldi donostiarra. Empecemos una a una con las películas que nos ha dado este día de despegue: La doctora de Brest, Toni Erdmann y La tortuga roja.

La doctora de Brest (La fille de Brest) **

La doctora de Brest, con un par de planos menos elaborados y un personaje principal menos carismático, podría formar parte de la parrilla de Antena 3 un domingo por la tarde, junto a Mi hija secuestrada y Mi amor imposible. Esto no es ni bueno ni malo: Simplemente, antes de entrar a ver La doctora de Brest, ya has visto La doctora de Brest. Basada en los hechos reales de Irène Franchon, una doctora de Bretaña que plantó cara al sistema establecido, que comercializaba un medicamento potencialmente peligroso para las personas, la película transcurre como un río plácido en el que es imposible llevarse grandes sorpresas: El bien absoluto contra el mal absoluto, el malvado establishment contra la bondadosa doctora de pueblo.

la doctora brest

Parte de la película se pierde en innecesarios trámites burocráticos (¡Oh, dios santo! ¡Irène necesita publicar un artículo en una revista antes de cuarenta días! ¡Y ahora debe asistir a otro rutinario juicio!), y el guión, así como la dirección, no da más de sí. Y, sin embargo, La doctora de Brest se salva gracias a la interpretación, soberbia, de Sidse Babett Knudsen, que ha gustado y horripilado por partes iguales en el festival. Yo soy decididamente de los primeros. Sus poses histriónicas, sus salidas humorísticas y sus muecas son lo que convierten a esta película en algo parecido a “especial”. Es como pasear por tu barrio de toda la vida pero de la mano de un dinosaurio parlanchín: Lo mismo, pero con un toque diferente.

Este toque diferente no hace que la película sea emocionante en ningún momento, haga algo más que levantar una ceja o soltar alguna risilla desesperada. Un drama médico más, con las imprescindibles letras que te cuentan qué pasó después sobreimpresas en la pantalla. Es normal esperar mucho más del arranque de un festival como el Zinemaldi, y esperemos que en los próximos días la sección oficial levante cabeza.


Toni Erdmann ****

Igual que Joaquín Sabina quiso hacer la canción más hermosa del mundo, parece que Maren Ade se ha empeñado en hacer la comedia más triste de la historia. Y, por momentos, lo consigue. Toni Erdmann trae en su mochila un palmarés espectacular: Premio FIPRESCI en Cannes, la película con mejor crítica del año… La pregunta del millón es: ¿Sobrevive a las expectativas? Respuesta corta: Sí. Respuesta larga, que es la que os estáis temiendo: Sí, pero.

Toni Erdmann tiene al menos dos de las secuencias más fascinantes del año (el abrazo en el parque, la fiesta de cumpleaños), y cientos de planos que se quedarán grabados en la memoria colectiva. El problema es que uno se queda con la sensación de que, de sus 160 minutos de duración hay más de media hora que podía haberse cortado sin problema. Hay muchas escenas que no cuentan nada sobre los personajes ni aportan nada nuevo a la trama, aunque no es un gran problema: Las casi tres horas de metraje pasan volando, a pesar de que la película se lo toma con calma. No hay escenas trepidantes, ni slapstick a la antigua usanza. En su lugar, hay llantos en el balcón, relaciones perdidas, disfraces emocionales y conversaciones sobre el significado de la felicidad. Y si todo esto empieza a asustaros, no os preocupéis: Es graciosa. Es muy graciosa.

toni erdmann
Toni Erdmann podría haber sido un fracaso terrible. Podría haber fallado todo: El drama podría haber dado risa, la comedia podría haber estado fuera de lugar… Y, sin embargo, todo está perfectamente engrasado gracias a un guión medido hasta la última coma y la interpretación de Peter Simonischek, que hace el papel de su vida. Cierto es que la historia no es nada del otro mundo, y mezcla Señora Doubtfire con cualquier drama paternofilial, pero lo importante es lo que no se ve. La evolución de Ines, la decepción de Winfried, la aceptación del Toni Erdmann que todos tenemos dentro.

Hay un momento en el que Winfried, caracterizado como Toni Erdmann, se acerca a un obrero al que van a despedir y le pide que nunca pierda su sentido del humor. Esa escena encapsula una de las claves más importantes de la película: El sentido del humor, siempre, ante todos los problemas de la vida. Por mucho que al final, mirando a la protagonista en un plano larguísimo, lo único que queramos sea llorar. No es la mejor película del año, pero si es imprescindible. No os la podéis perder.


La tortuga roja (La tortue rouge) *** ½

Hay dos palabras que hacen que cualquier cinéfilo de pro levante la cabeza con interés: Buffet libre. Y, una vez saciados, Estudio Ghibli. Aunque hace ya un tiempo que Ghibli no es lo que era (con salvedades como El cuento de la princesa Kaguya), con esta La tortuga roja vuelven a levantar cabeza, aunque sea como co-productores. El órdago no podía ser más arriesgado: Una película de animación sin diálogos sobre la vida y la muerte. Por suerte, cuando Ghibli está inspirada, el órdago va a salir bien seguro.

La tortuga roja es una película emocional. No estamos ante una gran obra repleta de aventuras, ni ante una historia mítica con personajes místicos, no: Estamos ante una obra con pretensiones, algo que siempre es un arma de doble filo y que, en este caso, funciona muy bien. Aunque es cierto que algunos set pieces funcionan mejor que otro (los momentos oníricos, por ejemplo) y que en algún momento se hace repetitiva (algo inevitable, al desarrollarse en el mismo escenario, sin diálogos, con dos personajes principales), deja un sabor de boca espectacular.

la tortuga roja

Este ejercicio fílmico, que muestra cómo los diálogos no son tan importantes si la historia puede contarse visualmente, es un libro de imágenes y metáforas que pasarán por nuestros ojos durante tan solo una hora y cuarto y que se quedarán dando vueltas en nuestra cabeza: El protagonista, bañado por la luz de la luna. Un personaje paralizando una ola y subiéndose a lo más alto. La primera aparición de la tortuga. El desastre. Está lejos de ser una obra maestra, pero es una película tremendamente apreciable, e imprescindible para los fans de Ghibli.

 

Además, hoy hemos visto Cirkus Columbia, dentro de la retrospectiva sobre violencia en el cine, una interesante película sobre los días previos a la guerra de Bosnia que, tristemente, deja un poco indiferente a ratos, y Goupi mains rouges, dentro de la retrospectiva dedicada al director Jacques Becker, una clásico muy menor del director pero igualmente disfrutable.

Mañana, más y mejor. ¡Esto acaba de empezar!

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