Festival de Málaga 2018: DIANA, tabú

Cuando la Olympia de Manet fue expuesta en el Salón de París de 1865, su apuesta provocadora alteró a muchos de los visitantes que, paradójicamente, habían yacido con mujeres de alterne la noche anterior. Manet sugiere con sutileza la figura de una prostituta divinizada, con un rostro fuerte y altivo que seduce a la par que intimida. Aquellos que denostaron esta obra me recuerdan a los mismos escandalizados por el cartel de Diana, la ópera prima de Alejo Moreno, cuya reacción justifica la necesidad de obras como estas.

Diana de Alejo Moreno

Diana nos ofrece una faceta más abierta de un tema tan delicado como es la prostitución. Alejo Moreno se acerca a los límites de la sociedad y reflexiona sobre la visión que todos tenemos de este negocio para aportar un punto de vista que necesariamente ha de provocar para llamar nuestra atención. La prostituta deja a un lado el rol de víctima para autoafirmarse y ofrecer una imagen de decisión y fuerza de voluntad. La película, en todo momento, nos muestra a un personaje en control de la situación, guiando su propio destino con una resolución envidiable. El personaje de Sofía, como la Olympia de Manet, se enfrenta a nosotros con orgullo y decisión.

Alejo Moreno domina la puesta en escena y no deja nada al azar. Al igual que Einsenstein o Passolini, el sevillano demuestra su bagaje con múltiples símbolos y referencias a la historia del arte con las que imbuye sus escenas, reforzando la semántica del discurso. Diana hace referencia a la diosa de la caza, a la diosa de la luna, de la noche, de algo tan oscuro como este thriller y las realidades humanas que aborda. La película nos habla del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de la dualidad del hombre que en este caso escinde la visión íntegra que tenemos de nosotros mismos de la que nuestra sociedad transforma, más oscura. La película nos presenta casi de manera alegórica a sus dos protagonistas en una evolución que nos lleva desde el erotismo de los primeros pasos a la intriga de los últimos compases, pasando por escenas sujetas a la interpretación y la experimentación.

Diana de Alejo Moreno

Sin embargo, el resultado final termina siendo confuso. Este es un director ducho en tiempos cortos, con dificultades para mantener secuencias largas. Las conversaciones entre los dos protagonistas, que en un principio habrían de llevarse en tono onírico, resultan un batiburrillo confuso de planos cortos que restan fuerza a sus escenas. El erotismo del comienzo radica en el poder de la seducción y la fantasía a través de una conversación entre los dos desconocidos, mas según avanza la secuencia, la excesiva duración y el caos desorganizado de sus planos termina por cansar y confundir más que trasladar sensaciones como bien pretende el director. Alejo Moreno se rinde ante sus actores y permite que dirijan su escena, por lo que todos los matices que pueda permitir un montaje y encuadre calculado se pierden en el proceso.

Diana es una película sensacional en su planteamiento y desarrollo, valiente y provocadora, necesaria. Es un viaje introspectivo y crítico hacia la sociedad y nosotros mismos, ansioso por romper convencionalismos. A pesar de su bajo presupuesto y de los múltiples fallos técnicos que presenta, esta es una película tan resuelta como su protagonista, digna de revisión en pos de desentrañar sus referencias.

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