Eat Sleep Die, The hunt y A month in Thailand, día cuatro en el Festival de Sevilla

Ayer viajamos a Suecia, Dinamarca y Rumanía a través de tres películas que huían de experimentalismos radicales proponiendo narraciones convencionales. Un día más en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Eat Sleep Die nos muestra una visión muy dura de Suecia y ciertos conflictos de algunos de sus ciudadanos de origen serbio y montenegrino.

Raša, joven deslenguada y corpulenta, destila energía por los cuatro costa- dos. Capaz de empaquetar más lechugas que nadie en tiempo récord en la fábrica en la que trabaja, aporta a su hogar (compuesto por ella y un padre con la espalda lesionada) su sueldo y su desvergonzada alegría. Cuando su padre parte a Noruega y los recortes la dejan en el paro, Raša no se queda mano sobre mano.

La fuerza de la protagonista es la principal baza de Eat Sleep Die, una constante en lo que llevamos de Festival: el personaje que engulle la narración. Aun así el relato de Raša y su búsqueda de lugar en el mundo tiene el suficiente calado para que no se quede todo en una simple película de personaje. Los conflictos raciales y religiosos así como una visión dura pero esperanzada del mundo actual hacen de Eat Sleep Die una de las películas más interesantes de lo que llevamos de festival.

La danesa The Hunt era una de las películas más esperadas del Festival tras su triunfante paso por Cannes y las nominaciones de los Premios del Cine Europeo.

Lucas es un profesor modélico y miembro integrado de la comunidad, participante asiduo en tradiciones locales como la caza del venado. Cuando una de sus alumnas, resentida, hace una acusación impulsiva contra él, las cosas se le ponen realmente feas. Porque ante una sospecha de pedofilia, la ira colectiva no se hace esperar.

El tema de la pedofilia ya lo había tratado Thomas Vinterberg en la que probablemente sea la mejor película que dio el movimiento Dogma 95, Festen. Aquí el enfoque es diferente ya no solo porque el Dogma ya no esté vigente sino por la excesiva formalidad y escasa fuerza de lo que se nos está contando. Vinterberg no logra trascender la anécdota de lo que nos está narrando, que no deja de ser materia de telefilme de denuncia, a pesar de la excelente interpretación de Mikkelsen. Un exceso de presivilibidad y una falta de mordiente dejan a The hunt muy debajo de las expectativas.

Por último pudimos sufrir la rumana A month in Thailand, una de esas películas que uno no se explica que hace en en este festival o cualquiera.

En Nochevieja, como en todas las fechas señaladas, se masca la tragedia. La de Radu es más bien una tragedia amortiguada, cuando decide en pleno cotillón que ya no puede continuar con Adina. Justo cuando planeaban pasar un mes en Tailandia y ya compartía mesa con los que a todas luces eran sus futuros suegros.

La historia de chico-deja-a-chica-y-después-intenta-recuperarla que nos propone A month in Thailand resulta del todo previsible, esquemática y carente de interés. Por alguna razón que desconozco se nos cuenta esta historia que ya nos han contado mil veces con una absoluta falta de originalidad realmente preocupante. Si ayer comentábamos cintas como Gebo et l’ombre y Recoletos arriba y abajo donde a pesar de no conectar con lo que se no está contando se ve una intención, aquí no me queda claro qué pretende el director con esto. Buscaré a alguien que me lo explique.

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