Atlántida Film Fest: Los Increíbles

Reconozco que siempre he tenido una aversión personal hacia las películas de discapacitados, tarados y demás dolencias físicas y psíquicas. En general son dos cosas las que me irritan sobremanera de estas películas: por un lado el eterno mensaje de superación personal y aceptación, como si las personas que sufren algún tipo de enfermedad no quisieran curarse y necesitasen ejemplos. Pero lo segundo y lo que más me enerva es el discurso de que estas personas son mejores y dignas de una especial admiración por el simple hecho de tener una enfermedad.

En este segundo punto es en el que insiste el documental Los Increíblesvisto en el Atlántida Film Fest, a través de tres testimonios: un hombre que ha perdido la movilidad de un brazo que intenta rehacer su vida sentimental, una señora de 90 años que ve que le queda poco tiempo de vida y una madre de dos hijos que ha sufrido un cáncer que le ha amputado su posibilidad de detectar sabores. La cámara asiste a los diferentes procesos de adaptación de estas personas a sus diferentes condiciones sin darnos más información ni contexto. David Valero, el director, confía más en asistir a los momentos íntimos de los personajes que en dejarlos que nos cuenten a cámara sus problemas. En cierto modo esta técnica narrativa de dejarnos desamparados y que vayamos descubriendo poco a poco los temas es la que redime a Los Increíbles de convertirse en una cursilería de primer nivel.

Aun así, nos encontramos de nuevo con una película que supera su tiempo de duración a lo realmente necesario. Parece que es un mal común de nuestros días el querer rellenar los 80 minutos para que lo que se está contando parezca más serio y se cae en la falsedad de que si dura 40 el mensaje tendrá menos validez.

Y parece que esta postura ante la enfermedad y la desgracia se está convirtiendo en un canon dentro del mundo del cine. Cosas como Intocables, Lo imposible o esta Los Increíbles no paran de lanzarnos el mensaje de que sólo somos mejores ante la adversidad y que somos incapaces de ser buenas personas si no tenemos un problema al que enfrentarnos. En el fondo es una filosofía muy triste y que al contrario de lo que pretende muestra un falso optimismo ante la vida. De ahí la maestría de películas como Amor que miran de frente a temas como la vejez, la muerte y el amor sin grandes aspavientos.

Atlántida Film Fest Los increíbles

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